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Manuel Hernández Villeta

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Su voz se convirtió en el ejemplo de la dignidad y el valor en la lucha por los derechos civiles. Pero un 4 de abril de hace 40 años, el líder de esa causa en Estados Unidos, Martin Luther King, fue asesinado por James Earl Ray en un hotel de Memphis. Ésta es su historia

<b>Homenaje al legado de Luther King</b>

 Era un hombre profundamente religioso que, según le gustaba recordar, creció en una iglesia. Su padre era un predicador, como su bisabuelo, su abuelo, su hermano o el hermano de su padre. Descubrió muy pronto que él, su familia y quienes tenían la piel como ellos, negra como el asfalto, pertenecían a una casta inferior en el orden blanco que les rodeaba.

Aprendió a luchar por sus derechos con el arma de la no violencia, y en pocos años se convirtió en la figura simbólica, nacional e internacional, de una revolución protagonizada por los negros del sur de Estados Unidos.

. Cuando la bala de un rifle le destrozó el cuello en la tarde del 4 de abril de 1968, hace ahora 40 años, Martin Luther King Jr. y su movimiento habían conseguido importantes cambios en las estructuras de poder de la sociedad norteamericana.  Fue su madre quien le enseñó que ese sistema de segregación no era el resultado de un orden natural 

 

La batalla contra el racismo dejó cientos de muertos y miles de heridos en Estados Unidos 

La voz de Luther King traspasó el sur y los barrios negros para sonar con fuerza entre los blancos pobres

Todo ocurrió de forma muy rápida, en la década de protestas masivas y de desobediencia civil que precedió a su asesinato. Estados Unidos era entonces la primera potencia militar y económica del mundo, en la que, sin embargo, prevalecía todavía el racismo, una herencia de la esclavitud que esa sociedad tan rica y democrática no había sabido eliminar. Millones de norteamericanos de otras razas diferentes a la blanca se topaban en la vida cotidiana con una aguda discriminación en el trabajo, en la educación, en la política y en la concesión de los derechos legales.

 Martin Luther King vivió de cerca ese sistema segregacionista en su ciudad natal, Atlanta, en Georgia, donde se dividía a negros y blancos en las escuelas, restaurantes, teatros, autobuses y hasta en las fuentes públicas para beber agua. Fue su madre, Alberta Williams, hija también de un pastor de la Iglesia baptista, quien le enseñó que ese sistema de segregación no era el resultado de un orden natural, sino una condición social querida e impuesta por los hombres blancos. 

Martin Luther King decidió pronto seguir el camino de su padre. Estudió teología en Boston y en octubre de 1954 se trasladó con su mujer, Coretta Scott, a Montgomery (Alabama), para ocupar su primer trabajo como pastor y predicador de la Iglesia baptista. Montgomery, la antigua capital de la Confederación durante la guerra civil de los años sesenta del siglo XIX, constituía un excelente ejemplo de cómo la vida de los negros estaba gobernada por los arbitrarios caprichos y voluntades del poder blanco. La mayoría de sus 50.000 habitantes negros trabajaban como criados al servicio de la comunidad blanca, compuesta por 70.000 habitantes, y apenas 2.000 de ellos podían ejercer el derecho al voto en las elecciones. Allí, en Montgomery, en esa pequeña ciudad del sur profundo, donde nada parecía moverse, comenzaron a cambiar las cosas el 1 de diciembre de 1955.  

Ese día por la tarde, Rosa Parks, una costurera de 42 años, cogió el autobús desde el trabajo a casa, se sentó en los asientos reservados por la ley a los blancos y, cuando el conductor le ordenó levantarse para cedérselo a un hombre blanco que estaba de pie, se negó. Dijo no porque, tal y como lo recordaba después Martin Luther King, no aguantaba más humillaciones, y eso es lo que le pedía "su sentido de dignidad y autoestima". Rosa Parks fue detenida y comenzó un boicoteo espontáneo a ese sistema segregacionista que regía en los autobuses de la ciudad. Uno de sus promotores, E. D. Nixon, pidió al joven pastor baptista, casi nuevo en la ciudad, que se uniera a la protesta.

 Y ése fue el bautismo de Martin Luther King como líder del movimiento de los derechos civiles. Unos días después, en una iglesia abarrotada de gente, King avanzó hacia el púlpito y comenzó "el discurso más decisivo" de su vida. Y les dijo que estaban allí porque eran ciudadanos norteamericanos y amaban la democracia, que la raza negra estaba ya harta "de ser pisoteada por el pie de hierro de la opresión", que estaban dispuestos a luchar y combatir "hasta que la justicia corra como el agua". 

Los 13 meses que duró el boicoteo alumbraron un nuevo movimiento social. Aunque sus dirigentes fueron predicadores negros y después estudiantes universitarios, su auténtica fuerza surgió de la capacidad de movilizar a decenas de miles de trabajadores negros. Una minoría racial, dominada y casi invisible, lideró un amplio repertorio de protestas -boicoteos, marchas a las cárceles, ocupaciones pacíficas de edificios...- que puso al descubierto la hipocresía del segregacionismo y abrió el camino a una cultura cívica más democrática. La conquista del voto por los negros sería, según percibió desde el principio Martin Luther King, "la llave para la solución completa del problema del sur". 

Pero la libertad y la dignidad para millones de negros no podían ganarse sin un desafío fundamental a la distribución existente del poder. La estrategia de desobediencia civil no violenta, predicada y puesta en práctica por Martin Luther King hasta su muerte, encontró muchos obstáculos. A John Fitzgerald Kennedy, ganador de las elecciones presidenciales de noviembre de 1960, el reconocimiento de los derechos civiles le creó numerosos problemas con los congresistas blancos del sur y trató por todos los medios de evitar que se convirtiera en el tema dominante de la política nacional. No lo consiguió, porque antes de que fuera asesinado en Dallas (Tejas) el 22 de noviembre de 1963, el movimiento se había extendido a las ciudades más importantes del norte del país y había protagonizado una multitudinaria marcha a Washington en agosto de ese año, la manifestación política más importante de la historia de Estados Unidos. 

El movimiento por los derechos civiles cosechó en los años siguientes frutos extraordinarios. Bajo el Gobierno del demócrata Lyndon Johnson, sucesor de Kennedy, la Civil Rights Act de julio de 1964, a cuya firma asistió Martin Luther King, prohibió la discriminación en el trabajo por motivos de raza o género, y los trabajadores negros y las mujeres comenzaron a rechazar el tratamiento de segunda clase que se les daba en muchas industrias y servicios. Un año después, una radical modificación del sistema electoral garantizó el derecho al voto de los negros. King se lo había pedido de forma urgente a Johnson, en una reunión que mantuvieron en la Casa Blanca tras obtener el premio Nobel de la Paz de 1964. A finales de esa década, miles de negros habían sido elegidos en el sur como alcaldes, sheriffs o legisladores de los diferentes Estados. 

No fue todo un camino de rosas. La batalla contra el racismo se llenó de rencores y odios, dejando cientos de muertos y miles de heridos. La violencia racial no era un fenómeno nuevo en la sociedad norteamericana. Pero hasta el final de la II Guerra Mundial, esa violencia había sido protagonizada por grupos de blancos armados que atacaban a los negros y por el Ku Klux Klan, la organización terrorista establecida en el sur precisamente para impedir la concesión de derechos legales a los ciudadanos negros. En los disturbios de los años sesenta, por el contrario, muchos negros respondieron a la discriminación y a la represión policial con asaltos a las propiedades de los blancos, incendios y saqueos. Las versiones oficiales y muchos periódicos culparon de la violencia y de los derramamientos de sangre a pequeños grupos de agitadores radicales, aunque posteriores investigaciones revelaron que la mayoría de las víctimas fueron negros que murieron por los disparos de las fuerzas gubernamentales. 

Con tanta violencia, la estrategia pacífica de Martin Luther King parecía tambalearse. Y frente a ella surgieron nuevos dirigentes negros con visiones alternativas. El más carismático fue un hombre llamado Malcolm X, que había visto de niño cómo el Ku Klux Klan incendiaba su casa y mataba a su padre, un predicador baptista, y que se había convertido al islamismo después de una larga estancia en prisión. Criticó el movimiento a favor de los derechos civiles, despreció la estrategia de la no violencia y sostuvo una agria disputa con Martin Luther King, al que llamó "traidor al pueblo negro". King deploró su "oratoria demagógica" y dijo estar convencido de que era ese racismo tan enfermo y profundo el que alimentaba figuras como Malcolm X. Y cuando éste fue asesinado en Harlem, en Nueva York, el 21 de febrero de 1965, por uno de sus antiguos seguidores, en un momento en el que estaba rompiendo con los dirigentes más radicales de su movimiento, King recordó de nuevo que "la violencia y el odio sólo engendran violencia y odio".  Algo no funcionaba, sin embargo, en aquel capitalismo que generaba profundas desigualdades económicas y el discurso de Martin Luther King se endureció, incorporó explícitas apelaciones a la lucha de clases y pidió una radical redistribución del poder, una "justicia compensatoria" para rectificar las consecuencias sobre la población negra de generaciones de exclusión y desposeimiento. El eco de su voz traspasó las fronteras del sur y los barrios negros, para sonar con fuerza entre los hispanos, los blancos pobres, todos los marginados y olvidados de la sociedad norteamericana. Desde la primavera de 1967, ese compromiso a favor de la causa de los pobres coincidió, además, con un enérgico rechazo a la guerra de Vietnam, a la brutalidad de una contienda que llamaba a los negros a sacrificarse por una democracia que ellos "nunca habían experimentado". 

Para muchos de sus antiguos aliados liberales, Martin Luther King ya no era sólo el defensor de los derechos civiles, sino un peligroso subversivo. King lo percibió, admitió ante los periodistas que en "una revolución social no siempre se puede retener el apoyo de los moderados", que "las clases privilegiadas nunca abandonan sus privilegios sin una fuerte resistencia". Y comenzó a mostrarse triste, abandonado, a temer una reacción derechista, a sentir miedo a la muerte, él que había sufrido la cárcel, varios atentados fallidos, incontables humillaciones. 

El miércoles 3 de abril de 1968 llegó a Memphis (Tennessee) para apoyar una huelga de basureros negros. Esa misma noche, en el que sería su último discurso, les dijo que conseguirían "la Tierra Prometida". Al día siguiente, por la tarde, en el balcón de su habitación del hotel Loraine, un solo disparo acabó con su vida. Tenía 39 años. El asesino, un hombre blanco que se había escapado de la prisión, se llamaba James Earl Ray. Cuando se conoció su muerte, la rabia y la violencia se propagaron en forma de disturbios por más de un centenar de ciudades, el final amargo de una era de sueños y esperanzas. Lo dijo su padre, el predicador baptista que le había inculcado los valores de la dignidad y de la justicia: "Fue el odio en esta tierra el que me quitó a mi hijo". - 

"Yo tengo un sueño"...conmemoran el cuadragésimo aniversario del asesinato del activista de derechos civiles estadounidense Martin Luther King Jr

Un grupo de personas marcha hacia el motel de Memphis donde fue asesinado Martin Luther King
Los estadounidenses han conmemorado  el cuadragésimo aniversario del asesinato del activista de derechos civiles estadounidense Martin Luther King Jr, el carismático luchador por la igualdad racial, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1964, autor del célebre discurso Yo tengo un sueño (I have a dream) y cuyo rostro se ha convertido en uno de los iconos de los movimientos antisegregacionistas de todo el mundo.

Todo comenzó con un simple incidente aparentemente inocuo. El 1 de diciembre de 1955, en la ciudad de Montgomery (Alabama), una costurera afroamericana de 42 años, Rosa Lee Parks, se negó a ceder su asiento en el autobús a un blanco que le había exigido que se levantara. Por entonces, los reglamentos existentes desde la Guerra Civil estadounidense obligaban a la separación de razas en los autobuses, restaurantes e instalaciones públicas en el sur, mientras que la discriminación racial mantenía a muchos afroamricanos sin acceso a barrios y empleos en el norte del país. 

Su negativa a humillarse le costó a Park la prisión. "La verdadera razón por la que no me levanté fue que sentí que tenía derecho a ser tratada como cualquier otro pasajero. Habíamos sufrido este tipo de trato demasiado tiempo", declaró ella misma en 1992. "Se mantuvo sentada para que nosotros pudiéramos levantarnos", declaró el veterano activista por los derechos civiles Jesse Jackson tras su fallecimiento, en octubre de 2005. 

Parecía un simple incidente, pero su acto de desobediencia civil había abierto la espita. Como consecuencia de la condena a Park, la población negra declaró el boicot a los transportes públicos. El líder del movimiento era el por entonces desconocido pastor baptista Martin Luther King, elegido con sólo 26 años de edad presidente de la Asociación por la Reforma de Montgomery. 

Había comenzado el movimiento por los derechos civiles y contra la segregación racial. El boicot duró 386 días, durante los cuales la población negra se mantuvo firme en sus protestas no violentas y organizó su propio sistema alternativo de transportes. Al final, una sentencia del Tribunal Supremo estableció que la separación en los transportes públicos de Montgomery era ilegal e impuso la integración. 

"Yo tengo un sueño" 

En la senda de esta movilización surgió la figura de Luther King. Nacido en enero de 1929 en Atlanta (Georgia), en 1957 creó la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano (SCLC) para luchar por los derechos civiles de la población negra. Con esta plataforma de acción y mediante su estrategia de no violencia activa, inspirada en el pacifismo de Mahatma Gandhi y en la teoría de la desobediencia civil de Henry David Thoreau, King se implicó desde principios de los años sesenta en sucesivos movimientos de protesta que le hicieron víctima de una campaña de espionaje ordenada por el director de la Policía Federal (FBI), Edgar Hoover. 

Pese a todo, King siguió implicándose en sucesivas movilizaciones en Albany (Georgia, entre 1961 y 1962), Birmingham (Alabama, en 1963, tras la cual fue encarcelado) y en Saint Augustine (Florida, 1964). En marzo de 1965 organizó una serie de manifestaciones en Selma, en Montgomery, la primera de las cuales concluyó con el llamado 'Domingo sangriento' debido a la brutalidad de la Policía. 

Su figura adquirió notoriedad histórica el 28 de agosto de 1963 con su famoso discurso. "Yo tengo un sueño. Sueño que mis cuatro pequeños hijos vivirán un día en un país donde no se los juzgará por el color de su piel, sino por la naturaleza de su carácter", afirmaba ese día ante 250.000 personas reunidas en Washington. Esa masiva manifestación para reclamar derechos civiles concluyó con una recepción en la Casa Blanca ante el presidente John Fitzgerald Kennedy. En octubre de 1964, Luther King se convirtió, con 35 años, en el premio Nobel más joven de la historia. En 1965, un año después del galardón, los Estados sureños abolieron algunas de las leyes discriminatorias contra la población de color. 

El 4 de abril de 1968, mientras preparaba una manifestación en apoyo del sindicato de los basureros negros de Memphis, Martin Luther King fue asesinado. El autor confeso del crimen, James Earl Ray, un preso blanco recién escapado de la prisión, fue condenado a 99 años de cárcel. No obstante, se retractó de su confesión muy pocos días después y hasta su muerte en 1998 insistió en todo momento en su inocencia, una lucha en la cual contó con el apoyo de la propia familia de Luther King. 

A su funeral asistieron Aretha Franklin, Sammy Davis Junior, Harry Belafonte, Bill Cosby, Diana Ross, The Supremes y Stevie Wonder, entre otros artistas negros. No obstante, los medios de comunicación estadounidenses sólo informaron de la presencia de la familia Kennedy, de Paul Newman, de Marlon Brando o del entonces precandidato presidencial Richard Nixon, todos ellos de raza blanca. En 1986, el Gobierno estableció el Día Nacional por Martin uther King, que se habría de celebrar el tercer lunes de enero de cada año. Coretta Scott King, la viuda de Martin Luther King, falleció en enero de 2006 a los 78 años. Se había casado con el activista en 1953 y siempre había estado a su lado durante los días más tumultuosos del movimiento por los derechos civiles. 

La Iglesia revisa los pecados cardinales....Un ma culpa para los tiempos modernos

Imagen de La Profecía

Quien diga que la iglesia no actualiza su doctrina con los tiempos, no conoce a Monseñor Gianfranco Girotti, director del penitenciario apostólico, organismo que supervisa la confesión y las indulgencias plenarias de la iglesia.  Según el órgano oficial del Vaticano, "L'Osservatore Romano", Monseñor Girotti concluyó que la vieja lista de pecados elaborada por el Papa Gregorio Magno en el siglo VI y popularizada por Dante en La Divina Comedia, no bastaba para describir los tiempos modernos.  A partir de ahora tenemos pecados capitales en los tiempos de la globalización.  "Uno no ofende a Dios solo al robar, blasfemar, o desear la mujer del prójimo, sino también cuando uno daña el medio ambiente, participa en experimentos científicos dudosos y manipulación genética, acumula excesivas riquezas, consume o trafica drogas, y ocasiona pobreza, injusticia y desigualdad social", dijo Monseñor Girotti.

 

 Ese infierno tan temido   Alojará millones de almas modernas  La nueva lista de Monseñor nos facilita un poco las cosas porque en vez del tortuoso examen de conciencia de la confesión y la sinceridad del arrepentimiento que debían hacer nuestros antepasados, basta con consultar la revista Forbes para encontrar quienes van a poblar el infierno.

 

 De acuerdo con el ranking de super millonarios publicado a principios de marzo por la revista, se puede anticipar que allí se dirigen el inversionista Warren Buffet, campeón indiscutido hoy en día en el rubro de las fortunas obscenas, el mexicano Carlos Slim, número dos, y ese tercerón de Bill Gates.  Con el pecado mortal de la contaminación ambiental habría que deslindar responsabilidades o directamente enviar al infierno a la mayoría de los estadounidenses, los grandes contaminadores del planeta, y también a los chinos, que si siguen así no se van a salvar de las llamas.

  Con los científicos es más fácil: si se dedica a la manipulación genética, derecho al infierno.   Creo que los narcotraficantes nunca se hicieron ilusiones respecto a su destino, pero el caso de los drogadictos me parece más complejo: ¿sería justo que terminen en el infierno después de haberlo vivido en la tierra?  ¿No deberían tener una conmutación de la pena?  En fin, la doctrina eclesiástica está hecha de vaivenes y puntos oscuros, como el sexo de los ángeles.

 

 Ni siquiera el infierno es un lugar seguro.  En 1999 el entonces papa Juan Pablo segundo había aclarado que no era un lugar sino una situación: el alejamiento de Dios.  El año pasado, el actual papa Benedicto XVI dijo que el infierno existe.  

Y, por lo que se ve, en estos tiempos de la globalización estará tan lleno que pronto tendrán que construirle una sucursal para albergar a sus nuevos reclusos.

Infierno XV de Botticelli

El infierno de Dante.

España no fue neutral en la Segunda Guerra Mundial.....En su última obra, 'Franco y Hitler' (La Esfera de los Libros), Stanley G. Payne tumba el mito de la imparcialidad de Francia

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En su última obra, 'Franco y Hitler' (La Esfera de los Libros), Stanley G. Payne tumba el mito de que el dictador español no estuvo al lado del 'Fürher' durante la Segunda Guerra Mundial y demuestra que sí mantuvieron contactos durante la contienda, pese a la creencia de que España se mantuvo neutral. En sus páginas, Payne presenta el resultado de una investigación "única" hasta el momento. "Pese a lo que se diga, España no fue neutral", ha afirmado el profesor estadounidense emérito en Historia en la presentación de su última obra, este lunes en Madrid. 

En las más de 400 páginas que componen 'Franco y Hitler', Payne despieza las relaciones entre los dos dictadores y cómo el modo de llevarlas y de empezar a superarlas contribuyó a la supervivencia del régimen de Franco. 

La parte principal de 'Franco y Hitler' estudia fase por fase las relaciones entre Madrid y Berlín durante la Guerra Mundial. Sin embargo, se remonta a la Guerra Civil Española durante la cual se estableció el nexo entre el Tercer Reich y el régimen franquista. "Sin la ayuda de Hitler, la insurrección hubiera fracasado", asegura el autor.

 "Aunque Franco debía a Alemania una deuda por su ayuda, España nunca entró en la Guerra Mundial, pero tampoco fue neutral. Se declaró 'no-beligerante', término que se inventó Mussolini", ha explicado Payne para justificar la ayuda española que España dio a Alemania en términos económicos, logísticos y políticos.

 'España no podía entrar por gusto' La obra explica en detalle cómo España estuvo a punto de intervenir en numerosas ocasiones. "España quiso entrar pero estaba muy debilitada económicamente. Cuando empezaba a recuperarse pidió contrapartidas a Hitler que nunca se las dio y, como dijo Franco en su día, España no podía entrar por gusto", ha relatado el historiador.

 "Franco era más listo y aunque nunca ganó sus objetivos, con la decisión de no ceder evitó cometer el peor error: entrar en la guerra. Su astucia le salvó". "Le costó que al que había creído un amigo justiciero le llamara 'charlatán latino'", ha recalcado. "Franco era más listo y aunque nunca ganó sus objetivos, con la decisión de no ceder evitó cometer el peor error: entrar en la guerra.

Su astucia le salvó"

'Franco y Hitler' también analiza la ambigua posición del régimen franquista con los judíos y es la primera obra que aporta material del plan de invasión de Portugal del que nunca se ha hablado: "Hubo un plan, pero nunca la intención de llevarlo a cabo". Pese a la amplia bibliografía que existe acerca de este episodio de la Historia, el libro de Stanley G. Payne aporta muchas novedades.

Su autor ha relatado que tuvo acceso a mucha documentación, alguna inédita, y que fue difícil seleccionar. "Un investigador tiene que limitarse porque hay muchos datos". 

Stanley G. Payne ha escrito muchos libros dedicados a la historia contemporánea española. En seis meses se publican sus memorias donde dará una explicación detallada