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Manuel Hernández Villeta

Avances en la lucha contra el cáncer

Una célula cancerosa se adhiere a uno de los orificios del chip (Foto: H. Massachusetts)

SANTO DOMINGO NOTICIAS .- Desde el siglo XIX se sabe que algunas células cancerosas pueden 'escapar' del tumor sólido e ir a parar al torrente sanguíneo del paciente, donde apenas representan una proporción de una por cada mil millones de células. Localizarlas y saber identificarlas entre glóbulos rojos y blancos es fundamental para conocer la evolución de la enfermedad y predecir posibles recaídas; sin embargo, ésta no es tarea fácil.

 Un equipo de científicos del Hospital General de Massachusetts (EEUU) parece haberlo conseguido con un dispositivo aparentemente sencillo y más eficaz que los intentos que se habían llevado a cabo hasta ahora. Sus conclusiones, que esta semana se publican en la revista 'Nature' indican que un análisis de sangre bastaría para aislar y analizar con gran precisión estas células tumorales circulantes.

Para lograrlo, el equipo dirigido por Mehmet Toner, director del centro de cáncer de este hospital, ha empleado un microchip de silicona del tamaño de una tarjeta de visita. Su superficie está formada por unos 79.000 orificios recubiertos con un anticuerpo capaz de atraer una proteína que expresan la mayor parte de los tumores sólidos. Sobre ella se hizo fluir la sangre en unas condiciones muy controladas para no dañar o contaminar estas frágiles células, un problema con el que ya se habían encontrado algunas iniciativas previas.

Debido a la escasa proporción de estas células malignas en el torrente sanguíneo, hasta ahora había sido imposible analizar una cantidad de sangre suficiente como para dar con ellas de manera fiable. Este nuevo sistema solventa este problema porque sus chips son capaces de analizar la muestra a gran velocidad, pero con la eficacia suficiente para que las células tumorales circulantes se queden 'pegadas' a la proteína al pasar por el dispositivo. Así ocurrió en el caso de los 68 pacientes con cáncer avanzado de pulmón, próstata, mama, páncreas y colon que suministraron una muestra de sangre para confirmar la validez del dispositivo. En total, de los 116 análisis que se realizaron con este material, el chip identificó células circulantes en 115 casos; mientras que, al contrario, cuando se examinó sangre de voluntarios sanos, el test no identificó ninguna de estas unidades tumorales.

Asimismo, este 'laboratorio en un chip' (lab-on-a-chip, como se denomina en inglés) demostró que el nivel de células malignas que se hallaron en el torrente sanguíneo oscilaba en función del tamaño de tumor y su respuesta a los tratamientos, lo que podría emplearse en un futuro como indicio de si la terapia antitumoral seleccionada está funcionando o si es necesario elegir nuevos fármacos.

"El uso de nanofluidos para detectar estas raras células es revolucionario", confiesa Toner, "aunque queda mucho trabajo por hacer, nuestro estudio abre la posibilidad a un seguimiento rápido y no invasivo del paciente". Eso sí, advierten de que aún falta tiempo para que el dispositivo esté plenamente operativo en la práctica clínica diaria. De momento, la agencia estadounidense del medicamento (FDA) ya ha autorizado uno similar (CellSearch) para el seguimiento de pacientes con cáncer de mama. Según este sistema, descubrir más de cinco de estas células en 7,5 mililitros de sangre significa que la mujer tiene un elevado riesgo de recaer.

Cautelas

Otra posible aplicación de este dispositivo es la detección precoz del cáncer en personas sanas, que no presentan aún ningún síntoma clínico de padecer la enfermedad, o bien la identificación a tiempo de posibles recaídas en pacientes que ya se han recuperado de un tumor. Aunque como advierte en un comentario en la misma revista Jonathan Uhr, de la Universidad de Texas (EEUU), habrá que ser cauto con esto.

De hecho, aclara este especialista, sólo una pequeña proporción de estas células tiene la capacidad de iniciar metástasis en otros órganos del cuerpo, y muchas de ellas inician un programa de suicidio controlado una vez que alcanzan el torrente sanguíneo. "Habrá que reducir al mínimo los resultados falsamente positivos", apunta en este sentido, "especialmente cuándo únicamente se aíslen unas pocas de estas células". Tal vez, sugiere, la clave para ello estará en un análisis minucioso de las proteínas de su superficie, de manera que pueda saberse su grado de malignidad, e incluso en qué órgano han podido tener su origen.

O como apunta el especialista español Carlos Cordón-Cardó, profesor del departamento de Patología de la Universidad de Columbia (EEUU): "No sólo es importante que se haya logrado aislarlas, sino que esta plataforma permite analizarlas para comprender su significado; si se trata de células muertas que simplemente se han desprendido del tumor o si realmente tienen potencial maligno para anidar en otras partes del organismo".

En este sentido, Félix Bonilla, del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, destaca sobre todo el logro técnico que supone este trabajo, con un porcentaje de fiabilidad que no se había logrado nunca antes. "Es un hecho que los pacientes con células circulantes, aunque no tengan metástasis, tienen una peor supervivencia", explica este especialista, "y aunque podemos suponer que son precursoras de las metástasis, de momento no hemos logrado documentar esta secuencia para tener evidencias completas".

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