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Manuel Hernández Villeta

Dimitri Medvedev ofreció garantías en el sentido de que, juntos él y Vladimir Putin, gobernarían bien a Rusia, diciendo que se habían conocido y se tenían confianza mutua desde hacía largo tiempo

 EL NUEVO presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, de 42 años, arrasó en las pasadas elecciones. Opositores lo consideran una marioneta del saliente mandatario Vladimir Putin.
Con su elección coreografiada por el Kremlin, el joven y simpático Dimitri A. Medvedev aseguró lo que se había pronosticado que sería una clara victoria para convertirse en el próximo presidente de Rusia. 

De cualquier forma, aunque los resultados nunca estuvieron en duda, el papel futuro de Medvedev sí lo está, dado que el hombre que lo ungió, el presidente Vladimir V. Putin, se propone seguir en el gobierno. 

Medvedev, gris subalterno de Putin, quien nunca antes ha estado al frente de un cargo público, se autodescribió durante una campaña relativamente lánguida como algo similar a un reformista, jurando aplicar una severa represión sobre la corrupción y fomentar el estado de derecho. 

Además, todo parece indicar que su postura hacia Occidente es menos estridente que la de Putin. El éxito de Medvedev para adoptar esta plataforma desde el principio de su mandato representará un importante indicador para ver si Putin le permitirá o no ser más que un mero poder nominal. 

Putin ha prometido que servirá como el primer ministro de Medvedev, dando indicaciones en el sentido de que ampliará las responsabilidades de dicho puesto, el cual ha sido de carácter típicamente administrativo desde la caída de la Unión Soviética.  Medvedev ofreció garantías en el sentido de que, juntos él y Putin, gobernarían bien a Rusia, diciendo que se habían conocido y se tenían confianza mutua desde hacía largo tiempo.

Su relación, comentó Medvedev, ``se volverá un factor más bien positivo en el desarrollo de nuestro país''.   Después agregó que no preveía cambios en la estructura de ambos puestos. Cuando le preguntaron quién estaría al frente de la política exterior, dijo: ``Quizás esa sea la cuestión más sencilla. La política exterior, con base en la Constitución de la Federación Rusa, es determinada por el presidente''. 

No obstante, desde tiempos zaristas, Rusia nunca ha tenido una dirigencia conjunta de este tipo. Incluso si Medvedev y Putin se llevan bien en lo sucesivo, como han prometido, el solo hecho de que habrá dos centros de poder podría atizar conflictos en un Kremlin que, bajo Putin, a menudo ha sido escenario de pugnas internas. 

''Se habla mucho acerca de la posibilidad de grandes contradicciones entre ambos, pero yo no creo que se produzca ninguna de tipo serio'', comentó Aleksei Makarkin, analista del Centro de Tecnologías Políticas, en Moscú. ``Si existe un enfrentamiento, eso podría hacer que el régimen estallara. Sin embargo, no es una cuestión exclusiva de las relaciones personales entre el primer ministro y el presidente, sino también el problema de rivalidades entre los equipos a su alrededor''. 

La elección de Medvedev, de 42 años, uno de los principales viceprimeros ministros, es la culminación de los esfuerzos de Putin por consolidar el poder sobre el gobierno, los negocios y los medios noticiosos desde que asumió el cargo hace ya ocho años. Luego de jurar que le devolvería la estabilidad a Rusia tras las insurrecciones de los años 90, Putin ha usado su autoridad y popularidad con frecuencia cada vez mayor para crear lo que, en muchos aspectos, es un estado unipartidista. Putin, quien no podía buscar un tercer mandato consecutivo bajo la Constitución, dejará el cargo al tiempo que Rusia está mucho más fuerte en la esfera económica, pero también con mucho menos pluralismo político. 

Medvedev y Putin celebraron su triunfo en un concierto de rock al aire libre, en la Plaza Roja de Moscú, al cual asistieron miles de jóvenes que lanzaron vítores, y que fue transmitido por televisión en cadena nacional. Al ritmo de las baladas de rock que prefiere Medvedev, la cámara siguió a los dos hombres mientras salían caminando de un área vacía de la plaza hacia el escenario, como si estuvieran en un video musical. 

''A pesar de esta desagradable nieve que cae del cielo, este es un día muy especial en la vida de nuestro país'', declaró Medvedev, quien vestía una chaqueta negra de piel y vaqueros azules. 

La elección, dijo, ``significa que seremos capaces de mantener el rumbo sugerido por el presidente Putin''. 

Por su parte, Putin dijo: ``Agradezco a todos los ciudadanos que acudieron a las urnas este día. Significa que vivimos en un estado democrático y que nuestra sociedad civil se está volviendo eficiente, responsable y activa''. 

Con más del 75 por ciento de los sufragios a su favor, Medvedev, del Partido Rusia Unida, estuvo seguido por Gennadi A. Zyuganov, del Partido Comunista, con 18 por ciento. Vladimir V. Zhirinovsky, ultranacionalista que encabeza el Partido Liberal Democrático, recibió 10 por ciento, en tanto Andrei V. Bogdanov, candidato poco conocido cuyo Partido Democrático es considerado una creación del Kremlin, captó 1 por ciento de los sufragios. 

Funcionarios electorales informaron que la asistencia a las urnas ascendió a 67 por ciento. 

Medvedev se negó a debatir con sus oponentes, y su campaña fue conducida en buena medida a través de eventos públicos organizados de antemano, los cuales fueron transmitidos ampliamente por las redes de televisión controladas por el Kremlin. Sus opositores en la boleta electoral recibieron mucha menos cobertura. A lo largo de la campaña, el Kremlin, que impidió esencialmente cualquier oposición significativa, se concentró sobre todo en lograr que suficientes electores acudieran a las urnas para permitir que la votación fuera presentada como legítima. 

Como ocurrió con las elecciones parlamentarias de Rusia efectuadas en diciembre, el grupo principal de observadores electorales provenientes de Occidente se negó a vigilar la votación del domingo, afirmando que el gobierno ruso había impuesto demasiadas restricciones a su trabajo. 

Golos, grupo ruso sin fines de lucro dedicado a la vigilancia de los derechos electorales, criticó las elecciones, diciendo que eran antidemocráticas y que en muchos lugares las autoridades locales estuvieron ejerciendo presión sobre los electores para que votaran por Medvedev. 

''Se han dado casos de intimidación, algunas personas han sido obligadas a tomar boletas de ausentes y votan en sus lugares de trabajo'', indicó Lilia Shibanova, directora ejecutiva del grupo. ``Se ha hecho exactamente de la misma forma que se hizo durante las elecciones parlamentarias. Por desgracia, ya se convirtió en la norma''. 

Debido a que las elecciones estaban decididas de antemano, el debate más bien ha girado en torno a cuáles serán los objetivos y el estilo de gobernar de Medvedev, un abogado que carece de los antecedentes de Putin en los servicios de seguridad. 

Andrei A. Piontkovsky, prominente comentarista político y detractor de Putin, dijo que era evidente que éste había elegido a Medvedev por su lealtad, y muy poco más. 

''Está condicionado químicamente para obedecer a Putin'', destacó Piontkovsky. ``Esta construcción artificial de dos zares crea un factor de inestabilidad. Sin embargo, Putin es un tipo astuto, pues elige a la persona con potencial mínimo de hacerle daño. De manera similar, es una clásica estructura del tipo policía bueno-policía malo, con Medvedev interpretando el ceremonial papel del agente bueno para Occidente y la comunidad intelectual de Rusia''.

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