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Manuel Hernández Villeta

UNa mujer, Pearl Cornioley, encabezó la resistencia contra los alemanes, en la Francia ocupada

 Pearl Cornioley en uniforme militarPearl Cornioley

Pearl Cornioley a los 29 años, y antes de morir
No tiene la personalidad para actuar como líder". Debió ser reclutada como "subordinada".
Con estas palabras, un capacitador de las fuerzas especiales británicas, encargado de adiestrar a quienes se encargarían de ayudar a la resistencia europea contra Hitler, evaluaba las habilidades de Pearl Cornioley.   El problema para Pearl es que esta opinión cargada subjetividad prejuiciosa -después de todo estamos en 1943- fue espetada antes que la lanzaran en paracaídas en la Francia ocupada por los nazis para ayudar a su liberación.  

Pearl, que murió en febrero de este año a la edad de 93 años, terminó dándole la contra a su entrenador.  

Y es que, luego de caer en la campiña francesa, terminó conduciendo a un gran contingente de combatientes provenientes de la resistencia.  

Por supuesto que la evaluación posterior difiere mucho de la inicial.  

"Valentía colosal", "poderes de liderazgo sobresalientes" son algunos de los elogios que recibió Pearl Cornioley al terminar la guerra.  

Medallas  

Este miembro inusual de llamado Ejecutivo de Operaciones Especiales, un grupo selecto de soldados y civiles encargados de convertir a la clandestinidad de sus acciones en un arma poderosa contra el nazismo, llegó a la Francia ocupada en septiembre de 1943 para desempeñarse como mensajera.   Como miembro de las fuerzas especiales, Pearl Cornioley fue luchadora de la resistencia en Francia Pero las guerras suelen crear líderes donde antes había solamente seguidores. Y Pearl cumplió.  

Primero se hizo cargo de 1.500 combatientes, para llegar a comandar a 3.000 hombres y mujeres en el Día D. Se trató de los Maquis, la guerrilla rural francesa.  

Pearl Cornioley tenía una ventaja decisiva: había nacido en París de padres ingleses, con lo que combinaba la pasión del francés con el pragmatismo del británico, por no mencionar su bilingüismo.  

Luego de la invasión nazi, la familia de Pearl, sus padres y sus tres hermanas huyeron al Reino Unido.  

Cuando cayó desde el cielo en su Francia querida, Pearl tenía 29 años de edad.  

La líder que llegó a ser fue lanzada en paracaídas al tercer intento desde la corta altura de 91 metros de altura, luego de que se abortaran otros intentos de aterrizaje por lo peligroso de las condiciones en el terreno.  

"Feliz, entera y de regreso en tierra francesa" contestó en una entrevista posterior, cuando le preguntaron cómo se sintió cuando la lanzaron desde un avión de transporte militar.  

"Si hubiera tenido que saltar desde una altura de 91 metros, habría sido, sin excepción, la experiencia más aterradora de mi carrera" dice un aviador militar al evaluar la hazaña de Pearl Cornioley.  

Militar  

Pero como suele ocurrir con aquellos héroes que no encajan en los estereotipos desfasados del siglo anterior, el reconocimiento a los logros de Pearl demoró en llegar.  

Recién en 2006, luego de 63 años de haber cumplido su misión, Pearl Cornioley recibió sus Alas de Paracaidista, luego de protestar por la injusticia de haber sido ignorada durante tanto tiempo.  

Para ella, esta condecoración casi rutinaria para un aviador tiene más valor que la que le ofrecieron: el título de Miembro del Imperio Británico (MBE por sus siglas en inglés), una orden que precede al título de caballero del reino.  

Y es que cuando le ofrecieron el MBE, ella dijo que no con una sentencia cortante: es una condecoración civil.  

"Nuestro entrenamiento, que lo hicimos con hombres, fue puramente militar, y como mujeres se esperaba que los remplazáramos en el terreno" dijo Pearl al justificar sus protestas y sus rechazos.  

Alas merecidas   

Para Pearl Cornioley, recibir sus alas de paracaidista fue el honor más grande de su vida. Pearl tenía razones para sentirse ofendida.  

Después de todo, se le había negado la Cruz Militar, una de las condecoraciones castrenses más distinguidas del Reino Unido por el simple hecho de ser mujer.  

Las Alas de Paracaidista son más bien un reconocimiento, antes que una medalla, que eso es lo que quieren los héroes de verdad: que se sepa aunque no se premie.  

En su retiro pacífico en la Francia que ayudó a liberar, Pearl Cornioley, con su actitud y con sus recuerdos, ayudó a convertir esa evaluación inicial sobre su falta de liderazgo en nada más que una frase vacía y embarazosa.  

Sino, que lo digan los hombres que la siguieron, en los valles desde los que ayudó a derrotar a la tiranía nazi.

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