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Manuel Hernández Villeta

Surgen nuevos liderazgos en Irak, mientras la intervención militar norteamericana está empantanada

Fadhil Abd al-Husayn al-Marsoumi. (Foto: www.alrabbany.com)

Fadhil Abd al-Husayn al-Marsoumi.

El caótico escenario que se ha establecido en Irak tras la invasión foránea del 2003 parece ser propicio a toda clase de desvaríos, incluidos los arrebatos mesiánicos que han comenzado a proliferar en los últimos años especialmente entre la comunidad chií del país.

El Mundo (20-04) ya publicó un amplio reportaje sobre la aparición de estos "profetas" capaces de aglutinar a milicias tan fanáticas como los Soldados de Dios que dirigía Dhia Abdul Zahra al-Garawi en Nayaf, o la que estableció Ahmed al Hassan, alias el Yemani, en Naseriya y Basora.

 

Pero la violenta represión de los acólitos de Garawi o de Yemani –que dejó cientos de muertos en el 2007 y el 2008- no parece haber acabado con la saga de iluminados que en las últimas fechas han sumado una nueva incorporación a sus filas: un tal Fadhil Abd al-Husayn al-Marsoumi, que se equipara al primer profeta del Islam, dice ser "el Mohamed de nuestros tiempos" y se autodenomina "Imam al-Rabbani", atribuyéndose un título –el de Imam- que los chíes sólo conceden a los 12 primeros dirigentes religiosos de su confesión.

 

El señor Marsoumi ha establecido su secta en la región de Jalis, en la provincia norteña de Diayal, donde también habita una amplia minoría chií, junto a suníes y kurdos. El visionario parece haber estudiado en una pequeña aldea de la zona de la que pasó al proselitismo en el mercado de Jalis, sita a 15 kilómetros de Baquba, la capital de Diyala.

 

Citado por los medios de comunicación iraquíes, Qasim Jabbar, un experto en estos grupos sectarios, explicó que las prédicas insanas de "Rabbani" han conseguido un cierto eco en Jalis hasta el punto de que el movimiento dispone de un periódico oficial, una web (www.alrabbany.com), varias oficinas en otras partes del país y pretende incluso lanzar una canal satélite.

 

La mayor parte de las peroratas del clérigo recogidas en internet son un simple dislate, sin sentido o quizás con un significado tan profundo que excede la comprensión de los mortales.

Otras veces son un alegato a su supuesto origen divino como el que les refiero a continuación: "Yo soy la misericordia del Islam, la misericordia para los pueblos de la tierra, la guía. No quiero decir que soy el señor de los pueblos. Soy un simple hombre, de una villa humilde, pero Dios se asemeja a mí. Dios me eligió y me sacó de un espíritu pacífico y me colocó en otro pacífico espíritu utilizando una cuerda muy larga. Dios es la luz y la luz está relacionada con la luz, no se puede ver y no se puede ver. Pero la luz es brillantez y yo soy la brillantez. A donde voy Dios está conmigo y en torno a mí".

 

Ahora la prensa iraquí ha revelado que las fuerzas de seguridad arrestaron a decenas de acólitos de "Rabbani" el pasado mes de febrero y que la suerte del "profeta" se desconoce.

 

Bagdad parece decidido a erradicar estas cofradías disparatadas que no sólo exhiben un evidente desequilibrio mental sino que muestran una animadversión declarada hacia la cúpula religiosa chií, que habita en Nayaf. De hecho, tanto los Soldados de Dios de Garawi como las huestes de Yemen pretendían asesinar a los dirigentes de esta confesión, encabezados por el gran ayatolá Ali Al Sistani, para acelerar el fin del mundo.

 

Los iraquíes descubrieron el potencial desestabilizador de estas agrupaciones con la sangrienta algarada que propiciaron los Soldados de Dios en enero del 2007, que acabó en una batalla apocalíptica que dejó cientos de muertos.

 

Los vecinos de Zahra, el distrito de Nayaf donde se encontraba ubicado el cuartel general de los Soldados de Dios, afirman que éstos se instalaron allí en 1992, aunque durante la dictadura de Saddam Hussein mantuvieron un bajo perfil.

Cuando se desmoronó el régimen, los seguidores de Garawi se encargaron de pertrecharse con un sofisticado armamento –que incluía cohetes anti tanque y misiles- saqueando una base militar cercana.

 

Tras la brutal refriega el ejército descubrió en el complejo sacos con millones de dólares, una piscina y un salón de belleza con aire acondicionado.

El gobernador de Nayaf, Assad Sultan Abu Kilel, indica que Al Garawi disponía de un barbero privado que siempre cuidó su aspecto.

 

Mentar en Nayaf a Garawi es todavía una suerte de tabú. Hasem Abdelamir Mohamed, un antiguo compañero de prisión de Garawi, recuerda que este pasó dos años en las cárceles de Sadam Hussein "por lanzar una fatua (edicto religioso) contra los wahabíes (radicales suníes)". "Fue estudiante de la Academia de Bellas Artes y una persona de una gran talla moral, pero no puedo seguir hablando", dice antes de cortar la conversación.

 

Son muchos los que rehúsan hablar. Quizás porque la ciudad ha sufrido en los últimos meses una oleada de misteriosos asesinatos de personas vinculadas a la represión de la secta. O tal vez porque en la confrontación las fuerzas armadas locales y los estadounidenses mataron tanto a los milicianos de Garawi como a sus familias y a cuanto civil apareció por la zona. "La mayoría de las víctimas eran inocentes. Mujeres, niños", precisa Ahmed Al Amidi, presidente de la Asociación de Periodistas de Nayaf.

 

"Los americanos lanzaron minas anti personales y acabaron así con mucha gente. No era necesario, aunque es cierto que esa gente disponía de armamento pesado. Murieron más de 400 personas", concluye Ahmed al-Fatlaui, director del Centro de Derechos Humanos de Nayaf.

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