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Manuel Hernández Villeta

Jhon McCain tiene problemas con las estructuras más conservadoras del Partido Demócrata, pero sigue siendo un candidato fuerte

John McCain, ganador de las primarias demócratas y perdedor de las republicanas de Pennsylvania. (Foto: AP)

John McCain

Según muchos analistas, el gran ganador de las pasadas primarias demócratas de Pensilvania fue John McCain. Es posible. Pero no repararon en que, irónicamente, fue a la vez el gran perdedor de las primarias republicanas. "¿Primarias republicanas?", se preguntarán muchos. ¿Pero acaso no terminaron ya?

Según muchos analistas, el gran ganador de las pasadas primarias demócratas de Pensilvania fue John McCain. Es posible. Pero no repararon en que, irónicamente, fue a la vez el gran perdedor de las primarias republicanas. "¿Primarias republicanas?", se preguntarán muchos. ¿Pero acaso no terminaron ya? Pues no. Aunque la prensa norteamericana, volcada en unas primarias con tanto morbo, expectación y sorpresas como las demócratas, los ignore, centenares de miles de republicanos continúan ejerciendo su derecho a voto en paralelo a sus conciudadanos demócratas.

Cierto es que John McCain ya es el candidato virtual del partido, pues ha sellado de forma matemática su nominación, y ni tan siquiera hace campaña en los estados donde se celebran primarias, sino que recorre aquellos clave en noviembre.

Sin embargo, la prensa no debería obviar las primarias republicanas pues sus resultados pueden darnos algunas claves de lo que puede pasar en las presidenciales. Por ejemplo, debería ser motivo de análisis que, a pesar de la falta de cobertura de los medios, y los elevados precios de la gasolina, nada menos que 220.000 republicanos se tomaran la molestia de ir a votar contra John McCain, y a favor de alguno de los dos candidatos que aún no se han retirado de la contienda: Ron Paul, y Mike Huckabee.

Mucho se ha escrito sobre el porcentaje de seguidores de Hillary y Obama que declaran en los sondeos que si su candidato no es el nominado, se decantarán por McCain. En función de la encuesta, las cifras oscilan entre el 15 y el 25%. No obstante, apenas se ha hablado sobre el hecho de que un 27% de los 807.000 republicanos que votaron en Pensilvania lo hicieran contra John McCain.

Su voto tiene, si cabe, mayor valor que el de los sondeos sobre las posibles defecciones demócratas porque desplazarse al colegio electoral implica un mayor esfuerzo y convicción que responder a una encuesta y, además, porque una vez elegido, sería el momento de cerrar filas.

Durante el mes de enero y febrero, se gastaron ríos de tinta para describir la desgana de las bases republicanas, a quienes no inspiraba ninguno de sus candidatos. Dos meses después, en cambio, muchos columnistas parecen haber olvidado los recelos que despertaba McCain en el ala más conservadora del partido, así como de la 'anti-guerra', que representa Ron Paul, y apuntan a una probable victoria del iconoclasta senador de Arizona a causa de las disensiones demócratas.

La unidad puesta en escena por sus representantes más conspicuos en torno a McCain esconde la desafección de parte de la militancia. Está por ver si finalmente los jóvenes 'anti-guerra' de Ron Paul cruzarán las trincheras partidistas en noviembre, o si el nominado demócrata asustará a las bases más conservadoras lo suficiente para que acudan en masa a las urnas. Ahora bien, nadie debería obviar que las aguas republicanas también bajarán revueltas este otoño.

Así las cosas, es difícil predecir quién vencerá en las próximas presidenciales. Seguramente, serán de nuevo muy igualadas. Pero una cosa cambiará seguro respecto a las del 2004, sobre todo si Obama es el nominado: las dos Américas, la conservadora y la progresista, no se movilizarán como un solo hombre detrás de sus partidos bandera. Habrá deserciones, y transvases en todas direcciones. De su volumen, dependerá la identidad del presidente número 44 de la historia de los EEUU.

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