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Manuel Hernández Villeta

Hablan los inquilinos del carcelero de Amstettan, pero no se revisa la sociedad austríaca

Josef Fritzl, con 16 años, en una imagen con sus compañeros de clase. (Foto: AP)

Josef Fritzl, con 16 años, en una imagen con sus compañeros de clase

Sepp Leitner vivió de alquiler a principios de los años 90 y durante cuatro años en la casa del 'carcelero de Amstetten' y ahora entiende por qué pagaba un recibo de electricidad tan alto cada mes que rondaba las 20.000 pesetas de entonces para una vivienda de 30 metros cuadrado, donde ni siquiera tenía una lavadora.

 

El estudio de Leitner estaba en el bajo de la casa justo encima del zulo de la víctima y todo indica que pagó durante esos años la electricidad que consumieron las victimas en el zulo.

 

Así lo ha declarado al periódico 'Die Presse' asegurando no haber oído jamás voces ni susurros. Sin embargo, una vez destapado el tétrico drama de Amstetten, a Leitner le encajan más de una pieza en este monstruoso puzle.

 

Recuerda que su perro Sam siempre ladraba cuando pasaba por las escaleras que conducían al zulo y su dueño siempre pensó que ladraba de lo contento que se ponía por salir a la calle.

 

Fritzl tenía la llave de todas las viviendas alquiladas en su edificio de tres plantas

 

Otro de los grandes misterios que no sólo afectó a Leitner sino a varios inquilinos fue la desaparición regular de alimentos.

 

Fritzl tenía la llave de todas las viviendas alquiladas en su edificio de tres plantas y cuando una inquilina contó que la leche le había desaparecido, los demás vecinos notaron que el pan o el embutido desaparecían en algunas ocasiones.

 

Leitner contrató incluso a un electricista de una empresa de televisión por cable para que comprobara a qué se debía este alto consumo de kilovatios.

 

El electricista comprobó que incluso al apagar todos los electrodomésticos de Leitner el contador seguía contabilizando.

 

Sin embargo, la cosa quedó ahí y Leitner no siguió investigando el asunto de los cual se arrepiente mucho ahora según sus propias declaraciones."Si hubiera seguido con este tema las víctimas podrían haber salido antes de su zulo'

 

"Ahora me explico porque siempre oía ruidos de martillazos y como si cortaran algo"

 

Leitner corrobora las versiones de otros inquilinos que aseguran haber visto en muchas ocasiones a Fritzl por la noche con bolsas de supermercado.

 

Una discusión entre Leitner y Fritzl motivada porque el dueño había cambiado la cerradura de su estudio sin previo aviso, motivó a Leitner para irse de la 'casa de los horrores'.

 

De los cien inquilinos que vivieron desde 1984 en la casa del carcelero, sigue habiendo uno que en conversación telefónica al periódico 'Kronenzeitung' ha declarado "querer mudarse en cuanto pueda". "Seguir aquí me parece fantasmagórico y ahora me explico porque siempre oía ruidos de martillazos y como si cortaran algo".

 

El zulo tenía dos puertas de acero

También se ha sabido este viernes que el 'zulo de los horrores' tenía dos puertas de acero, y no sólo una, como se había supuesto. Así lo ha confirmado el jefe de la Policía de la Baja Austria, Franz Polzer.

 

Las dos puertas del zulo tenían un mecanismo electrónico para su apertura y cierre a distancia, mediante un código

Ambas puertas tenían un mecanismo electrónico para su apertura y cierre a distancia, mediante un código, según el agente. El jefe del equipo de investigadores añadió que las pesquisas en el sótano de la casa de Amstetten, donde Josef Fritzl, de 73 años, recluyó a su hija con la que tuvo siete hijos, continúan.

 

No obstante, advirtió de que llevarían más tiempo de lo previsto ante el escaso aire que entra en el lugar. "Estamos intentando ver si podemos hacer algo con la ventilación", dijo Polzer, tras explicar que los agentes necesitan hacer pausas muy seguido por la falta de aire.

 

Ante estas circunstancias, y puesto que "los técnicos deben documentar minuciosamente cada detalle", Polzer calcula que las pesquisas en el sótano se prolongarán por varias semanas.

 

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