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Manuel Hernández Villeta

Alexandr Solzhenitsin, de iniciador de la sepultura de la Unión Soviética, a héroe nacional, al momento de su entierro

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, en el funeral por el Premio Nobel, en Moscú. (Foto: EFE) Solzhenitsin, en una imagen de archivo de 2007, cuando recibió de manos de Putin el Premio Estatal. (Foto: AP)

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, en el funeral por el Premio Nobel, en Moscú...Solzhenitsin, en una imagen de archivo de 2007, cuando recibió de manos de Putin el Premio Estatal

 

MOSCÚ.- Los moscovitas se han despedido del escritor Alexandr Solzhenitsin. El primer ministro, Vladimir Putin, se ha inclinado sobre el féretro, que ha sido instalado en una capilla ardiente en la sede de la Academia de Ciencias de Rusia.

 

El ex presidente ruso ha depositado un ramo de rosas rojas junto al cuerpo del autor y después se ha fundido en un simbólico abrazo con la viuda, Natalia. La reverencia de Putin, ex oficial de los servicios secretos soviéticos KGB, ha sido el último gesto de reconocimiento al principal acusador de los crímenes del estalinismo, a quien el líder recibió en varias ocasiones durante su Presidencia.

 

El actual presidente, Dmitri Medvédev, quien se ha tomado una semana de vacaciones, se espera que interrumpa este miércoles su crucero por el río Volga para asistir al entierro de Solzhenitsin.

 

A pesar de la fuerte lluvia que caía sobre la capital, el Premio Nobel también ha recibido el afecto del pueblo moscovita, que ha hecho cola en masa para rendir tributo al escritor, considerado por muchos como 'la conciencia de Rusia'.

 

Entre las primeras personalidades que acudieron a despedirse de Solzhenitsin y presentar sus condolencias a los deudos se encontraba el ex primer ministro ruso Yevgueni Primakov.

 

El ataúd fue instalado en la sala de actos de la Academia de Ciencias y en la cabecera fue colocado un enorme retrato en blanco y negro del escritor, flanqueado por una bandera de Rusia.

 

'El Homero de Rusia'

El autor de 'Archipiélago Gulag', 'Pabellón de cáncer' o 'Un día en la vida de Iván Denísovich', entre otras obras, falleció el domingo pasado a la edad de 89 años, como consecuencia de una insuficiencia cardiaca.

 

Los restos del escritor serán sepultados este miércoles en el cementerio del monasterio Donskói de Moscú, un camposanto del siglo XVI donde recibían sepultura en el pasado miembros de la realeza. Solzhenitsin recibirá sepultura al lado de la tumba del famoso historiador ruso Vasili Kliuchevski (1841-1911), como pidió ya hace cinco años.

 

"El hombre del que nos despedimos hoy se merece todos los epítetos que le han dedicado tras su muerte: incómodo, brusco, confuso, altanero, humano, profeta, amenazador, conflictivo, huraño, a veces genial, a veces ingenuo", escribió hoy el periódico local 'Kommersant'.

 

El rotativo destaca el enorme aporte de Solzhenitsin a la Historia de Rusia, citando las palabras del director de teatro Yuri Liubímov: "Él fue nuestro Homero". "Solzhenitsin nos enderezó el alma a muchos de nosotros", ha titulado el decano de la prensa rusa, 'Izvestia'.

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MOSCÚ.- Pelotones de letras, millones de caracteres aprisionados sobre fondo blanco. Su monumental historia de los campos de reclusión en la Siberia estalinista permaneció durante casi una década comprimida en una estrecha cárcel de papel antes de ser publicada en Francia en 1973 por la editorial Ymca-Press, en dos volúmenes de más de 1.000 páginas.

 

En cada folio mecanografiado de forma clandestina por Alexander Solzhenitsin entre 1958 y 1968, las letras se fueron apelotonando sin espacios entre sí, uncidas en un renglón infinito como hilera de reos encadenados sobre el horizonte blanco de la cuartilla.

 

En 1968 había sido expulsado de la Unión de Escritores de la URSS, y en febrero de 1974 Solzhenitsin fue expulsado de la URSS tras la publicación en Francia de su 'Archipiélago Gulag'. Sus 8 años de reclusión en Sharashka, su destierro de 3 años en Kazajistán y sus 6 años de escritor clandestino confluían en aquella obra terapéutica sobre las cloacas del estalinismo. Para completar su macabro retablo de mártires, Solzhenitsin recabó el testimonio de 227 represaliados que dieron voz a los millones de víctimas del comunismo que entre 1919 y 1956 fueron barridas bajo la alfombra de la taiga siberiana.

 

"Sólo en el tercer día de la trinidad supe del éxito. ¡Libertad!, ¡ligereza!, ¡todo el mundo fundido en abrazos! ¿Tengo las esposas puestas?, ¿soy un escritor amordazado? ¡En todas partes son libres mis caminos! ¡Yo soy el más libre de todos los escritores estimulados del realismo socialista!". Así relata Solzhenitsin en su ensayo El roble y el ternero la sensación liberadora que sintió cuando supo que su obra magna -que había escrito con Rena, como llamaba cariñosamente a su máquina de escribir- había sido publicada en Francia.

 

Desde las mismas entrañas del monstruo, encorvado como un monje amanuense que multiplicara en secreto terribles herejías, Solzhenitsin se había consagrado a la redacción minuciosa de una obra que abrió una mirilla en el Telón de Acero para que Occidente entreviera la tramoya sangrienta del monoteísmo soviético.

 

Una elaboración de infarto

Abrió una mirilla en el Telón de Acero para que Occidente viera la tramoya sangrienta del monoteísmo

 

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La escritura del libro fue una peripecia casi tan sobrecogedora como su lectura. Como un archipiélago de legajos, los capítulos del libro se diseminaron en casas de amigos que encubrieron su redacción y corrección. El carácter soterrado de la obra se materializó cuando Solzhenitsin tuvo que ocultar algunos capítulos bajo tierra, en el huerto de su dacha, una casucha de madera sin calefacción en Rodzhdetsvona-Istie. Allí, con ayuda de su segunda esposa, Natalia Svetlova, y de su ayudante Elena Chukovska (ambas prepararon la copia mecanografiada definitiva) el autor completó su tercera y última redacción, la obra definitiva tal y como llegó a Francia.

 

A continuación ordenó a todos sus amigos cómplices que quemasen las copias que tenían en su poder. Inesperadamente, el lanzamiento editorial de este sputnik literario hubo de ser adelantado después de que Elizabeta Denisovna, ayudante del autor, fuera interrogada por el KGB, que le sonsacó dónde escondía una de las redacciones del texto que, contraviniendo la orden del autor, no había destruido. Tras el interrogatorio, Denisovna se ahorcó. Pero para cuando el KGB halló el texto, una grabación magnetofónica del libro hecha por su esposa Natalia ya estaba en Francia.

 

Sobre la cubierta de aquel libro, que afloraba en Occidente como el mensaje de un náufrago, emergía una palabra extraña y críptica a la vez: gulag, un acrónimo que restalló en Occidente como una exclamación gutural susurrada por miles de bocas sin voz desde el vientre de Siberia. Oculta bajo este acrónimo (Glavnoe Upravlenie Laguerei), se escondía la dirección general de campos de reclusión y de trabajo forzado de la URSS, y la palabra se incorporó al vocabulario político de Occidente.

 

Torturas sobrecogedoras

En 1970 se le concedió el Premio Nobel de escritura pero no lo recogió hasta 1974, exiliado por 'Archipiélago Gulag'

 

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Con un estilo apasionado (abundan las frases exclamativas de estupor), Solzhenitsin presenta un cuadro de El Bosco de lectura torturadora donde los reos son enterrados hasta el cuello en cubículos excavados en la tierra, son pasto de los piojos en nichos de piedra, o sometidos a torturas para lograr confesiones, como la aplicación de un rallador por la espalda o de agujas bajo las uñas.

 

El purgatorio de este camino hacia el infierno blanco lo representaba la Lubianka, la mítica sede de los servicios secretos en Moscú (un edifico de fachada amarilla que hoy acoge a los herederos del KGB, el FSB), dónde él mismo fue recluido tras ser arrestado en 1945 cerca de Konigsberg (hoy Kaliningrado).

 

Fue trasladado a Moscú. Mientras era conducido por dos agentes a la Lubianka, en la estación de metro Belaruskaya, el autor se contuvo de gritar para pedir ayuda porque "presentía vagamente que un día podría gritar a 200 milones" y no sólo a los que en ese momento subían por las escaleras mecánicas.

 

Condenado a trabajos forzados, en 1950 Solzhenitsin fue a parar a Sharashka -un campo especial de investigación científica para prisioneros políticos-, donde pasó ocho años, experiencia que le inspiró su obra 'El Primer Círculo' (1968). En 1953 fue desterrado a Ekibastuz, en Kazajistán, donde pasó tres años como minero, albañil y fundidor en un campo de trabajos forzados.

 

Superación milagrosa de un cáncer

No lejos de allí, en aquellas mismas estepas semidesérticas de Kazajistán donde la URSS levantaba en ese mismo momento el cosmódromo de Baikonur (la plataforma R-7 de donde despegó el sputnik en 1957 que encendió la carrera espacial), Solzhenitsin superó una experiencia traumática que contribuyó a su ignición religiosa: se sobrepuso milagrosamente de un tumor e inspiró 'Pabellón de Cáncer' (1969).

 

Después vinieron los seis años de escritor clandestino, periodo en el que criticó la persecución censora del Estado soviético y halló refugio durante algún tiempo en la dacha de su amigo, el compositor Mstislav Rostropovich. En 1970 le fue concedido el Premio Nobel, pero no lo recogió hasta 1974, 'año cero' del exilio desencadenado por la publicación de Archipiélago Gulag y que se prolongó dos décadas.

 

Su anticomunismo nunca cedió. Solzhenitsin pensaba que el marxismo engendraba violencia en sí mismo allí donde fuera aplicado, y rechazaba que las características del alma rusa tuvieran que ver con la deriva sangrienta del comunismo soviético.

 

En junio de 2007 recibió de manos de Putin el Premio Estatal. ¿No suponía una contradicción que el sumo disidente aceptase un premio de un ex agente del KGB? "Nadie le reprochó a Bush padre que su pasado en la CIA fue negativo", esgrimió entonces Solzhenitsin, no sin antes puntualizar: "Si bien Putin fue el oficial de los servicios especiales, no fue el juez de investigación del KGB ni jefe de un campo de trabajos en el gulag".

 

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