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Manuel Hernández Villeta

Comentario Nacional de Manuel Hernández Villeta....Nuestra mejor bolsa de valores, son los niños sin leche

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

La crisis económica mundial tiene luz propia en el país. Como en los Estados Unidos, nos encontramos a las puertas de unas elecciones generales. Aquí es más traumático que haya. La miseria es más espantosa en el tercer mundo. La guerra nuestra diaria, no es por las bombas de Irak, sino por la miseria de los niño de las calles, esos desgraciados que apenas si logran donde cobijarse. El mundo para ellos es el plato con sobras de los zafacones, o morirse por falta de atenciones médicas. Esa situación tiene que variar. Debe haber más sensibilidad de los que están en mejor disposición de hacer cambios, y que tienen los recursos para ellos. El empresariado y las clases económicas, no pueden estar de espaldas a esta realidad social y económica. La miseria de estos países estriba fundamentalmente, y la República Dominicana está en medio de esa crisis, por las graves desavenencias sociales. Lo primero es restañar los golpes sociales, de división de recursos y de oportunidades, para estudiar, para tener salud, para tener derecho a la vida. Por suerte, hemos caminado en los últimos años mucho terreno en el camino de la civilidad, del respeto a los derechos humanos, de que la vida es sagrada, pero todavía queda mucho terreno por delante. Y es preocupante esa crisis mundial, esa economía norteamericana que se tambalea, y esa bolsa que no se sabe a donde va a estar mañana. No es un sacrilegio pensar que el derrotero de la bolsa de valores, gravitará sobre la existencia de ese mendigo de la calle. Sobre sus hombros golpeados por el paso de los años, es que se sustentan muchas de las riquezas de los países ricos. No es del maná de los cielos que se obtienen las grandes ganancias, y se catapultan las bolsas millonarias, es con la extracción de riquezas de los países pobres, o la explotación de una tecnología que todavía está en pañales, pero que avanza. Las elecciones, en Norteamérica y aquí, están ligadas, como también el niño sin biberón y los vaivenes de la bolsa. Solo queda esperar, porque las soluciones no pasan de elucubraciones y sueños mágicos. 

 

 

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