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Manuel Hernández Villeta

Vladimir Putin llegó tarde para salvar a la Unión Soviética, pero ahora trata de fortalecer a Rusia, donde seguirá siendo el hombre fuerte

Sus detractores lo ven como un personaje autoritario con ambiciones de zar que, desde su llegada al poder, ha impuesto serias restricciones a las libertades civiles en Rusia.  Sin embargo, lo cierto es que Vladimir Putin ganó dos elecciones, la última con una aplastante mayoría del 71%, y su gestión es vista internamente como sinónimo de estabilidad económica y relativa seguridad.   La primera victoria presidencial de Putin en 2000 coincidió con la extraordinaria alza de los precios del petróleo y el gas, un "boom" que ha permitido mejorar los estándares de vida de la población rusa.   Desde 1999, el Producto Interno Bruto ruso ha tenido un crecimiento de entre el 6 y el 7% y la confianza de los inversionistas está por las nubes.  

Que atrás hayan quedado los años caóticos del gobierno de Boris Yeltsin y que, en medio de las históricas desigualdades de la sociedad rusa, se respire actualmente cierto aire de prosperidad es algo que sus compatriotas le reconocen a Putin.  

Sus críticos también cuestionan la línea dura que adoptó en el conflicto de Chechenia, pero en la práctica la resistencia armada de los separatistas ha quedado casi completamente reprimida y no se han producido atentados por un buen tiempo.   Sergei Markov, un analista político pro-Kremlin, dijo que "el pueblo ruso ha visto los éxitos de la política de Putin y quiere que continúen".  

La Gran Rusia  

Más allá del día a día, Putin, quien una vez calificó la disolución de la Unión Soviética como la "mayor catástrofe geopolítica" del Siglo XX, ha mostrado tener una visión muy clara del lugar que debería ocupar su país en el contexto mundial.   

Medvedev representa la contunuidad de las políticas de Putin.  

Después de la caída del Muro de Berlín, Rusia pasó a un segundo plano siendo desplazada no sólo por Estados Unidos sino por los nuevos gigantes emergentes: China e India.  

Bajo el gobierno de Putin, Rusia recuperó nuevamente su lugar en el tablero del poder mundial. Por tal motivo, la revista Time lo designó en 2007 como el hombre del año.  

Al explicar su elección, la publicación estadounidense aclaró que el nombramiento no ha sido nunca un honor, ni tampoco un aval o aprobación, pero sí un claro reconocimiento de los más poderosos individuos y fuerzas que moldean el mundo, para bien o para mal.   Lea: "Putin: hombre del año, según "Time""

Las encuestas indican que Dmitry Medvedev, el candidato apoyado por Putin, obtendrá una victoria contundente en las elecciones presidenciales de este domingo.  

Si es así Medvedev se instalará en el Kremlin en mayo y Putin será su primer ministro y mano derecha.  

Para el analista Sergei Markov muy poco cambiará en el país.  

"Hay una gran posibilidad de que Putin, y no Medvedev, decida la política de relaciones exteriores de Rusia".  

"No hay necesidad de preocuparse. Rusia ha sido estable bajo Putin y probablemente seguirá estable cuando Medvedev llegue al poder".  

El estilo Putín  

En Occidente, la figura de apariencia fría y calculadora de Putin, no se asocia con el carisma natural que emanan los políticos exitosos.  

Sin embargo, para los rusos este hombre de 55 años, quien fue director de la KGB y es cinta negra en judo, sigue siendo una garantía de lo que necesitaba el país: orden y estabilidad.  

Descrito por su esposa como un adicto al trabajo, al hablar del cargo de presidente para el fue elegido dijo una vez: "Me gustaría que el público ruso me viera como la persona que ellos contrataron para este trabajo".  

Aunque está previsto que ocupe un puesto distinto, no hay señales de que Putin haya perdido popularidad, ni que el pueblo ruso quiera que deje de desempeñar un rol protagónico en el gobierno.

 

 

 

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