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Manuel Hernández Villeta

Los grandes paracortos del beisbol venezolano en Grandes Ligas

Marlins Matt Treanor makes the tag as Brewers Carlos Villanueva attempts to score during inning action. Jeffrey M. Boan

- Venezuela ha producido tantos paracortos brillantes que pareciera que cada niño viene al mundo en la tierra de Simón Bolívar con un guante debajo del brazo.

Desde la época del inolvidable Alfonso "Chico" Carrasquel , esa nación sudamericana ha sido la cantera de verdaderos magos de la defensa en tan exigente posición.

 

Luis Aparicio hizo historia con una trayectoria gloriosa que lo llevó al Salón de la Fama y David Concepción, integrante clave de aquella Gran Maquinaria Roja de Cincinnati, hizo méritos a manos llenas para que el Comité de Veteranos le haga justicia algún día no muy lejano rumbo a Cooperstown.

 

Enzo Hernández fildeaba de manera tan esplendorosa que los Padres de San Diego olvidaban su relativamente bajo promedio a la ofensiva. Antes de hacer historia como el primer manager latinoamericano ganador de una Serie Mundial, Ozzie Guillén dictaba cátedras como shortstop con los propios Medias Blancas de Chicago. César Izturis demostró que ese manantial de calidad es interminable al conquistar un Guante de Oro con los Dodgers de Los Angeles en el 2004. Carlos Guillén brilló con luz propia como torpedero antes de ser mudado a otras posiciones. Alex González fue clave para que los Marlins de la Florida ganasen el Clásico de Octubre en el 2003.

 

Esos y muchos más, hasta algunos que como Teodoro Obregón -artista de la defensiva en la pelota invernal en los años '60 y '70- no llegaron a las Mayores por jugar en una era en la que la Gran Carpa aún no se le abría tan ampliamente a Latinoamérica como ahora, han sido virtuosos del guante.

 

¿Quién ha sido el mejor? , es una pregunta que se discute virtualmente cada día desde la turística Isla de Margarita hasta Maracaibo, cuna de brillantes peloteros; desde la majestuosa Caracas hasta el mundialmente famoso Salto Angel.

 

Tirios y troyanos, empero, estarán de acuerdo en que Omar Vizquel deslumbra en un sitial muy especial, no sólo entre los venezolanos sino entre los mejores que hayan pisado un diamante.

 

A sus 41 años, Vizquel, ganador de 11 Guantes de Oro -cifra apenas superada entre los paracortos por Ozzie Smith, el Mago de Oz, con 13-, no está listo, empero, para tirar la toalla. El poseedor del mejor porcentaje de fildeo de todos los tiempos (.984) para un shortstop con 1,000 o más juegos en la Gran Carpa, está casi listo para seguir maravillando con sus engarces a toda una legión de admiradores.

 

De acuerdo al manager de los Gigantes de San Francisco, Bruce Bochy, el estelar caraqueño está a un paso de volver a la novena. Actualmente se rehabilita con San José, sucursal Clase "A" de esa organización beisbolera, de la operación que le fue practicada en la rodilla izquierda el 22 de febrero, y reaparecerá en la estadía que arranca en el viernes 9 de mayo ante los Filis de Filadelfia.

 

Mientras los Gigantes esperan con los brazos abiertos, Vizquel recibe el reconocimiento de sus colegas de diversas generaciones, como Juan Samuel, Melvin Mora y Luis Hernández, integrantes de los Orioles de Baltimore en su reciente visita a la Bahía para medirse a los candentes Atléticos de Oakland.

 

"Es un orgullo para todos nosotros los latinoamericanos ver a Omar todavía jugando y, no sólo eso, todavía produciendo", declaró Samuel, quien hilvanó una destacada trayectoria de 16 temporadas como pelotero en el béisbol de lujo y que actualmente es el coach de tercera base de los Orioles. "Todos los jóvenes deben prestar atención [al ejemplo del estelar beisbolista venezolano]. Cuando se escriba la historia de los grandes paracortos de la historia, él va a estar entre los mejores".

 

Esas frases elogiosas del dominicano Samuel para Vizquel encuentran eco inmediato en el antesalista Mora, quien confiesa ser un admirador de su superveterano coterráneo.

 

"Soy un fanático suyo, por la forma como ha llevado toda su carrera", reveló Mora, quien debutó en las Menores en 1992, cuando su estelar paisano ya jugaba su cuarta campaña en la Gran Carpa con los Marineros de Seattle. "Son palabras mayores cuando uno habla de Omar Vizquel".

 

Y si veteranos como Samuel y Mora se refieren en superlativo a Vizquel, imagine usted nada más el sentimiento de orgullo y respeto que por él profesan jóvenes como Hernández, integrante de una nueva generación de paracortos venezolanos y heredero de la exigente posición defendida previamente en Baltimore por el brillante dominicano Miguel Tejada.

 

"La soltura, la suavidad para fildear los rollings [roletazos], el movimiento de los pies", son algunos de los atributos de Vizquel descritos con admiración por Hernández, quien nació en 1984, el mismo año en el que su extraordinario paisano dio sus primeros pasos en las Ligas Menores de los Estados Unidos. "Para nosotros los venezolanos, él es algo enorme. Omar ha sido, es y será siempre un gran shortstop".

 

Así como lo expresa cada uno de estos integrantes de los Orioles -por cierto uno de los equipos con los que Aparicio brilló de manera sublime-, puede estar usted seguro de que cada manager, coach o pelotero de las demás 29 franquicias tendrá algo positivo que decir de este veterano a quien todos quieren por su dedicación, su profesionalidad y, sobre todo, su humildad.

 

¿Y cómo no admirar la grandeza de un paracorto que reúne la habilidad acrobática del mejor de los gimnastas con la precisión de un cirujano a la hora de realizar cada lance defensivo?

 

Algunas de sus clásicas jugadas perdurarán por siempre, como cuando le salvó un no hit no run a Chris Bosio, de los Marineros, al fildear un bostezante roletazo con la mano limpia en 1993, o cuando se zambulló de cabeza para decapitarle un casi seguro indiscutible a Charles Johnson, de los Marlins, en el sexto juego de la Serie Mundial de 1997 y darle el derecho a sus Indios de Cleveland a disputar un séptimo desafío.

 

No obstante, su clase defensiva va más allá de la espectacularidad. En la seguridad de ese mismo guante dorado en el que van a morir tantos imparables se han apoyado todos los managers de cada uno de los equipos con los que ha jugado para irse a dormir tranquilos a casa, a sabiendas de que su número 13 es una garantía, un cheque al portador. Desde hace tiempo es el #1 de la posición #6.

 

Y la poesía en movimiento del shortstop está a punto de deleitarnos de nuevo. De un momento a otro encantará a propios y extraños con sus maravillosas jugadas.

 

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