Blogia
Manuel Hernández Villeta

Wilson Bueno, durante su comparecencia en la sede del Ministerio de Defensa colombiano en Bogotá. (Foto: AP)

Comandante Isaza dice perdió doce años en las FARC

BOGOTÁ.- Lo primero que nos advierten a los periodistas antes de comenzar la rueda de prensa es que no preguntemos sobre su vida pasada porque no contestará. Teme decir algo de más que pueda perjudicarle con la Justicia. El consejo era innecesario. "Isaza" o Wilson Bueno es parco al hablar y muy prudente, características comunes a los subversivos que han pasado buena parte de su vida combatiendo en el monte.

Tampoco ayuda a soltar la lengua el hecho de tener enfrente decenas de cámaras cuando uno se había olvidado de la civilización, y menos aún el tener que contar sus experiencias en la sede del Ministerio de Defensa, observando a los militares que hasta hace nada eran sus acérrimos enemigos.

"No he pensado todavía qué hacer con la plata. Una casa para mi familia y el resto miraría qué hacer", indica sobre los mil millones de pesos (más de 344.000 euros) que cobrará de recompensa.

Lo más rotundo que afirma es que sus doce años en las Farc "fueron un tiempo perdido, no saqué ningún provecho de eso" y cuando añadió que la banda terrorista dejará de existir en un futuro no lejano. A su juicio están "sin un oriente político, [es un grupo] que va a desaparecer, los guerrilleros están sin moral y hay descomposición interna".

Relató sin emoción alguna unos cuantos detalles de la fuga que protagonizó con su rehén, el ex congresista Oscar Tulio Lizcano. Iba armado de un fusil y dos granadas para defenderse de sus antiguos compañeros en caso de enfrentarlos. "Después de que uno abandona las filas, viene dispuesto a dos cosas: salirse o morirse".

Fueron tres días de "mucha zozobra... de hambre, sueño, cansancio, arriesgando la vida de los dos porque venían persiguiéndonos. El doctor Lizcano no podía andar. Me tocaba cargarlo", rememora sin imprimir emoción a sus palabras. Llegamos a la vereda a las 7.20 de la mañana", precisa. "Nos recibieron muy bien los soldados".

Al cautivo le fue cogiendo estima no tanto porque ayudara a su madre en el pasado a conseguir un subsidio de vivienda –episodio que él niega aunque lo reveló el propio Lizcano-, sino porque su progenitora hablaba bien de él ya que conocía su trayectoria política y porque se compadeció de su lamentable estado de salud. "Me daba pesar, era una persona que necesitaba mucha ayuda. Me contaba cosas, yo le contaba cosas. Tanta aguantada de hambre, de cansancio, decidí que nos volábamos". Por eso tampoco estaba dispuesto asesinarlo en caso de que el Ejército llegara rescatarlo, como le ordenaron sus mandos. "En caso de combate se me pega a mí, que yo no le voy a hacer daño", le dijo al 'cucho' (viejo).

Cuando le comunicó a Lizcano su decisión de huir, éste sólo le respondió: "Por mi libertad ando lo que sea", aunque ya no tenía fuerzas para nada.

Asegura que su novia, que desertó hace cuatro meses, no jugó un papel importante si bien, aseveró, "la quiero mucho y la quería verla". Con ella irá a cualquier parte, tal vez al extranjero, a rehacer la vida que le arrebató la guerra. "No he pensado todavía si irme a Francia, he pensado mucho en ayudarle a mi familia", responde cuando alguien inquiere sobre su futuro. Del país galo admite que "no conozco nada" y que más adelante decidirá si viaja allí a otro lugar.

"Aquí hay solidaridad, le respetan la vida a uno", indicó para animar a otros guerrilleros a que sigan su ejemplo. Pronto pasará por el quirófano para colocarle una prótesis en la cavidad del ojo que perdió en una batalla. "La seguridad de mi familia es lo primero", afirma antes de levantarse de la mesa.

0 comentarios