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Manuel Hernández Villeta

La Monalisa tiene nombre y figura, es ese rostro picaro, esa sonrisa entre burlona, tímida y lejana. No importa quien fuera la modelo, la realidad está en el cuadro

 

'La Gioconda', en el Louvre, y la incripción que ha confirmado su identidad. (Fotos: AP/REUTERS)

Quien en verdad eres tu. Una pintura  que solo deja ver una sonrisa. Una burla o una caridad para la humanidad. En su momento talvez un hecho sin importancia pero al discurrir de los años, perdida de tiempo de los eruditos. La posteridad no ha podido  demostrar a quien quiso pintar el artista. Leonardo perseguido por sus demonios talvez no estaba interesado en dejar un cuadro para la humanidad, sino en conseguir para comprar la hogaza de pan.

 Una Mujer o un hombre, también se muestra al debate, pero lo trascendental es que la pintura habla por si, ella lo es todo. Puede ver las guerras, la paz, los malos y los buenos gobiernos, los turistas y los truhanes que van a verla, y siempre con su sonrisa. Poca importancia tiene quien pueda ser, Es la pintura de Leonardo.

Un instante de la humanidad, y lo demás sobra. Para los dominicanos puede ser una copia barata comprado en cualquier multicentro, ello adorna  las casas de los pobres, las casas de cartón. Para los ricos hay una figura mas excelsa, con más almidón, y la sonrisa, que también puede ser falsa, de que se recuerda un viaje al Lovrfe, que solo está en la imaginación y los seguimientos que producen los nuevos ricos.

 BERLÍN.- Un equipo de científicos alemanes de la Universidad de Heidelberg ha acabado con el misterio sobre la identidad de la Mona Lisa, el retrato más famoso de Leonardo da Vinci, y ha confirmado la tesis más difundida de que se trata de Lisa del Giocondo. 

El centro de estudios ha anunciado que la verdadera identidad de la Mona Lisa fue descubierta ya hace más de dos años por el experto en manuscritos Armin Schlechter, quien ha certificado que la mujer de la misteriosa sonrisa es Lisa Gherardini, esposa del poderoso mercader florentino Francesco del Giocondo. 

Schlechter ha basado sus afirmaciones en una fuente descubierta durante los trabajos de catalogación del fondo documental de la Universidad de Heidelberg a la hora de preparar el registro de incunables. 

Una edición de Cicerón impresa en 1477 contiene una anotación del funcionario de la cancillería florentina Agostino Vespuci, en la que compara a Leonardo da Vinci con Apeles, el gran pintor de la Grecia Antigua. 

La anotación de Vespuci, fechada en octubre de 1503, destaca que Da Vinci trabajaba en ese momento en la realización de un retrato de Lisa del Giocondo. La nota posibilita la exacta datación de la obra y confirma las afirmaciones de Giorgio de Vasari, quien en 1550 fue el primero en identificar por escrito la identidad de la Mona Lisa. 

Vasari (1511-1574), un alto funcionario de la época, publicó en 1550 un catálogo artístico en el que figuraba la Mona Lisa, obra que databa de entre 1503 y 1506. 

Dado que Giorgio de Vasari era considerado poco fiable, que su catálogo se publicó casi 50 años después de que el cuadro fuese pintado y que el propio Leonardo da Vinci nunca mencionó ese retrato, hasta ahora se había puesto en duda la que ahora parece la identidad definitiva de la Mona Lisa. 

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