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Manuel Hernández Villeta

En la elección del nuevo cuerpo dirigencial cubano, posiblemente el domingo, se sentarán las bases de la transición..Todo indica por el momento el heredero será Raúl Castro....y queda por ver donde estarán situados los delfines

Digámoslo con una frase contundente: la segunda revolución cubana ha comenzado. El abandono del poder formal por Fidel Castro después de 49 años al mando abre una nueva etapa política, y su rasgo distintivo sin duda será el cambio. Al ritmo que se produzca, y sea cual sea. La primera gran reforma, precisamente, consiste en el adiós de Fidel, y no es poca cosa. Cierto que durante los 19 meses de su convalecencia Castro no ha estado presente físicamente, pero de algún modo seguía estando... Era necesaria una renuncia formal y definitiva de sus principales poderes y cargos para que el nuevo cronómetro político empezara a correr, y eso es lo que ocurrió en la jornada de este martes.

  El domingo se constituye el nuevo Parlamento y se eligen los cargos claveEl 31 de julio de 2006, cuando Castro dio a conocer al mundo su enfermedad y delegó "provisionalmente" todos los poderes en su hermano Raúl, jefe del Ejército y su sucesor constitucional, empezaron los preparativos de esta carrera de obstáculos, según analistas y diplomáticos. Durante un año nada se movió, al menos en apariencia. No hubo reformas ni anuncios grandilocuentes, solamente algunas tímidas medidas de desahogo, y en eso llegó el 26 de julio de 2007 y Raúl Castro dijo que era necesario introducir cambios "estructurales y de concepto" en el modelo económico de la isla. 

En los meses siguientes Raúl promovió un debate nacional y pidió a los cubanos que expresaran con total crudeza lo que no les gustaba y querían cambiar. Más de un millón de opiniones se recogieron, algunas hirientes para la dirigencia, que podrían resumirse en tres reclamos: cambios, cambios y más cambios. Pero pasaron los meses y nada. 

En diciembre, durante la última reunión del Parlamento, Raúl reiteró su compromiso con las reformas, pero dijo que no se podía avanzar "tan rápido" como algunos quisieran. Habló de la necesidad de "forjar consensos", y no pocos observadores interpretaron la frase como un reflejo de las tensiones en la superestructura, del difícil equilibrio entre -llamémoslo así- reformistas e inmovilistas. En la sociedad el cambio empezó a tomar cuerpo sin siquiera haber comenzado. Circularon -y circulan- listas oficiosas de reformas, y hasta órdenes de prioridades y momentos de introducción. 

En la mayoría de esas listas figura la flexibilización de los trámites migratorios, incluyendo la derogación del permiso para salir del país; el levantamiento de prohibiciones, como las que impiden a los cubanos vender su coche particular y su vivienda o contratar una línea de teléfono celular; y reformas en la agricultura, que podrían incluir cambios en la propiedad de la tierra y la extensión del mercado regido por la ley de la oferta y la demanda. Todo, dicen fuentes cercanas al poder, está listo o prácticamente decidido; pero el pistoletazo de salida a las reformas, las que fueren, no se daría hasta el 24 de febrero, cuando se eligiera el nuevo consejo de Estado. 

La renuncia de Fidel ha aclarado el horizonte político. El domingo se constituirá el nuevo Parlamento y Raúl Castro, de 76 años, o un dirigente más joven, como Carlos Lage, de 57, será elegido presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Puede reformarse la Constitución, dividirse los poderes y crearse el cargo de primer ministro, o cualquier variante, pero en el fondo nada cambia en Cuba. 

Este martes el cronómetro empezó a correr y Raúl Castro, al frente del pelotón, habrá de decidir. Por sus ojos rasgados a Raúl se le conoce como El Chino, y este modelo pudiera ser una de las salidas para la revolución cubana que estaría dispuesto a apoyar, dicen los que le conocen. 

Los cubanos han pedido muy claramente una apertura económica; y las consecuencias de no moverse las explicaba el domingo el diario Juventud Rebelde al entrevistar a la diputada alemana Dagmar Enkelmann. El entrevistador del diario oficial pregunta qué errores determinaron la caída de la ex República Democrática Alemana (RDA), y la legisladora responde: "Los problemas que existían no se trataron a fondo, y la falta de participación democrática". Para bien o para mal, la segunda revolución cubana está en marcha. 

Fidel Castro se marcha a los 81 años. Abandona en vida y por decisión propia el ejercicio formal del poder, lo que no significa que su influencia política vaya a desaparecer. Ha sido su frágil estado de salud, que le ha impedido aparecer en público en los últimos 19 meses, lo que le ha llevado a anunciar lo que muchos cubanos creían imposible, la renuncia a la presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros y también al grado simbólico de comandante en jefe. 

El comandante y líder de la revolución cubana que le llevó al poder en 1959 ha anunciado a través del diario oficial Granma que no aceptará la presidencia del Consejo de Estado ni la jefatura del Ejército. Castro cedió las principales responsabilidades de Gobierno a su hermano Raúl Castro en julio de 2006 debido a varias operaciones intestinales. -  

"Desconfío de las sendas fáciles; hay que prepararse para la peor variante"Tras 49 años de ejercicio ininterrumpido del poder, desde el próximo domingo será simplemente el compañero Fidel. Pero un compañero importante. La renuncia abre una nueva etapa política en la isla, previsiblemente marcada por el inmovilismo político y la apertura económica que exigen los cubanos. 

Castro, gravemente enfermo, comunicó su decisión en vísperas de la constitución de la Asamblea Nacional, el 24 de febrero, que elegirá a un nuevo Consejo de Estado de 31 miembros. Su renuncia abre el camino para que le sustituya Raúl, su hermano menor, de 76 años, que ejerce de presidente en funciones desde hace 19 meses y es ministro de las Fuerzas Armadas y sucesor constitucional de Fidel. 

Otra variante es que el Parlamento elija a un dirigente más joven, como Carlos Lage, de 57 años, fórmula que oficializaría el relevo generacional aunque Raúl siguiera siendo el verdadero poder. 

Fidel Castro sigue como primer secretario del Partido Comunista hasta que se celebre un nuevo congreso. El líder cubano dio a conocer su decisión en un mensaje a la nación publicado en el diario Granma y difundido por todos los medios de prensa. Admitió que no está "en condiciones físicas" de gobernar y dijo que "traicionaría" su "conciencia" ocupando unas responsabilidades que requieren "movilidad y entrega total", algo que ya no "puede ofrecer". Las informaciones oficiales sobre su estado de salud no existen y filtraciones no hay, por lo cual se desconoce cuál es su situación real ni médico capaz de hacer un pronóstico sobre su expectativa de vida. 

En su mensaje a los cubanos, Castro aseguró que "afortunadamente" la revolución "cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución", que poseen "la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo". Según él, también es un valor "la generación intermedia que aprendió" con los históricos "el complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución". 

El líder comunista dice sentirse confiado en que el proceso político por él fundado en enero de 1959 está en buenas manos, aunque advierte a sus sucesores que "el camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos". Quizás, lo que más sorprendió ayer a sus compatriotas fue la renuncia al cargo de comandante en jefe, que todo el mundo consideraba vitalicio. 

Fidel se marcha, pero no tanto. En el que quizás sea su último mensaje a la nación como comandante en jefe, señala peligros y da criterios a sus herederos de lo que a su juicio serían errores: "Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse", recomienda a la gallega, haciendo uso de su habitual hermetismo. 

Castro asegura que no se "despide" y que seguirá escribiendo sus habituales reflexiones en Granma, pero, anuncia que estas ya no serán firmadas más por el "comandante en jefe" sino simplemente por "el compañero Fidel". "Deseo sólo combatir como un soldado de las ideas", dice. Sobre futuras apariciones en público, siempre misterioso, sólo avanza: "Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso". 

Hasta el mortal más humilde en esta isla cree que, con cargos o sin ellos, hasta el último hilito de vida habrá que contar con el compañero Fidel. Y si la palabra mágica en Cuba ahora es cambio, su sombra e influencia planeará sobre las reformas hasta el último día.

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