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Manuel Hernández Villeta

La cresta de Los Alpes...La etapa más dura del Tour de Francia.....Ceril Dessel gana la etapa 16...Cadel Evans sigue siendo mi favorito

Menchov, Evans y Valverde durante la etapa. (Foto: AFP)Pereiro, tras la caída del domingo. (Foto: AP) [foto de la noticia]

Menchov, Evans y Valverde durante la etapa.....Pereiro, tras la caída del domingo. ...El ganador Cyril Dessel

Dos puertos de categoría especial, movimiento continuo de los cazadores de etapa -Cyril Dessel la enganchó- y un descenso de escalofrío hasta la meta de la 16ª etapa, en Jausiers, que descolgó a Denis Menchov. El ruso, sin confianza para trazar curvas y contracurvas, más atento a no precipitarse por los barrancos profundos de Restefonds, cedió 34 segundos a sus rivales por el podio.

 

La 16ª etapa del programa, penúltima de alta montaña, resultó tan dura y peligrosa como poco determinante en el indeciso camino de los favoritos hacia el podio de París. El CSC siguió exhibiendo su poderío, a acelerones de ritmo, para buscar debilidades. Sólo las encontró en el menos precupante de entre los primeros clasificados, el estadounidense Vande Velde, que se aleja a tres minutos del líder luxemburgués.

 

Lo que no lograron en la ascensión a los dos puertos de categoría especial Sorensen, Gustov, O’Grady, Cancellara, Arvesen y el terrorífico Andy Schleck, lo consiguió el trazado y el estirón de algunos especialistas en bajar como motos en el descenso de Restefonds, 23 kilómetros en picado hacia Jausiers. Y tampoco fue demasiado: un pellizco a Menchov, que perdió una cifra de segundos similar a la que en la primera semana se dejó por un corte en el llano.

 

Sin embargo, para sacar tiempo de verdad y presentarse en la contrarreloj del sábado (55 kilómetros) con opciones, el CSC y Carlos Sastre en concreto, deben sacar más partido de su esfuerzo y ya sólo queda una etapa para intentarlo. La próxima, más dura, con final en Alpe d’Huez. Dejar de rueda, acabar con Evans y Menchov en las 21 curvas del término municipal de Bourg d’Oisans es la única opción para el escalador español.

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CUNEO.- El camión del Caisse d’Epargne está en la puerta de un hotel de pueblo, en Chiusa di Pesio, a unos kilómetros de Cuneo. Ocupa media calle y un guardia municipal se encarga de regular la escasa circulación cuando los ciclistas, sin demasiadas prisas, salen a entrenarse, a eso de las 11 de la mañana. Hace calor y Luis León Sánchez, ganador de una etapa, quiere salir a dar el paseo sin su casco.

 

Uno de los auxiliares entra entonces al taller de las bicicletas y saca otro, destrozado, con la parte trasera aplastada. "Acuérdate de ésto", le dice. Luis León no abre la boca, coge su casco y se lo pone. El que está roto es ya una pieza de museo. Lo llevaba Óscar Pereiro en su vuelo sobre el asfalto, el domingo, en la curva de herradura del Agnello que podría llamarse ya "tornante Pereiro".

 

El lunes, el ciclista, inmovilizado en una silla de ruedas camino del avión que le llevaría a Vigo, hacía un ejercicio de sangre fría al describir la escena: "Iba más rápido que los que iban por la izquierda. Y creo que fue Cunego el que se asustó un poco, hizo una maniobra un poco brusca y yo no fuí capaz de esquivarle. Entre frenar o intentar librar, decidí no frenar. Salté por encima del guardarraíl y vi... Tengo una imagen de muchísima altura. Me vi en el aire y luego me di en la cabeza. Y después seguí dando vueltas. Pensaba que me iba a morir y deseé que por lo menos no sintiera nada. Que me quedara inconsciente cuando tocara tierra".

 

El casco le pudo salvar, aunque Pereiro se agarró a unos arbustos en su vuelo terrorífico. Fue después de que varios ciclistas del Lampre frenaran al ver la curva. Óscar no pudo pasar entre los de delante y para evitar golpear por detrás a los italianos se fue contra el quitamiedos. Salto por encima de la bicicleta, que se quedó arriba. En el pelotón hubo quien no se explicaba de dónde había podido caer. Los datos del pulsómetro indicaban que bajaba a 72 kilómetros por hora y que el frenazo seco redujo la velocidad a 50. Ahí se paró la maquinita. "Que sólo me pasara esto fue cuestión de una serie de circunstancias: haber rodado, no asustarme en el momento de la caída y caer primero con el casco y luego con la espalda. Fue mi salvación. Los médicos dicen que de cada 100 caídas como ésta 90 son para silla de ruedas".

 

Envuelto en hojas de arbusto, agarrado a las ramas, sus compañeros pararon y le rodearon. Trataron de tranquilizarlo. "¿Qué me ha pasado, qué?", le preguntaba Pereiro a José Iván Gutiérrez, agachado a su lado. Le escucharon, le vieron mover las piernas y se serenaron un poco, aunque no demasiado. "No sabía si seguir o bajarme", confesaba Valverde. "A Alejandro, el susto le duró treinta kilómetros. Le tuve que decir desde el coche que venga, que adelante", recuerda su director Eusebio Unzue. "El brazo, es el brazo", repetía, tumbado en el asfalto Óscar Pereiro. Lo tenía retorcido, vuelto del revés. "La fractura del húmero izquierdo fue limpia por fortuna, decía ayer Jesús Hoyos, el médico del equipo español, pero estaba desplazada noventa grados".

 

"Ha vuelto a nacer", era el comentario general. También el del médico, que el domingo se desesperaba buscando los medios adecuados para tratar a Pereiro. "Quisimos trasladarlo a Turín porque en Cuneo, aunque tenían los aparatos adecuados para hacer el scanner del hombro, faltaban los especialistas. Entre las vacaciones y el fin de semana no había nadie preparado. Al final, se presentaron los médicos y se pudo hacer allí".

 

Las pruebas revelaron que, aparte de los golpes y la fractura, el accidente no había afectado a ningún otro órgano. "Teníamos miedo de una trombosis, o de una hemorragia interna. Por las características de la fractura se puede dar el caso si una astilla del hueso rompe una arteria o una vena. Por eso no podíamos trasladarlo al hotel. Debía permanecer en observación". Pereiro pasó una mala noche, por los dolores, pero amaneció más optimista. "Ya sabemos cómo es. Ve el lado positivo de las cosas". Recibió la visita de los responsables de su equipo y también la del director del Tour, Christian Prudhomme.

 

Al ciclista del Caisse d’Epargne le queda mucho tiempo ahora para regresar a la bicicleta. Ayer a las 18.00 horas salió del hospital de Cuneo rumbo a un aeropuerto cercano en el que le esperaba un avión privado que puso a su disposición la empresa patrocinadora del equipo, la Caisse d’Epargne, después de haber tratado de fletar una nave medicalizada que no iba a estar disponible hasta mañana. El avión aterrizó en Vigo y Pereiro fue trasladado a la clínica Fátima en la que será operado en las próximas horas.

 

Luego le queda una recuperación larga. "Es consciente de lo que tiene y de que le espera un periodo amplio de inactividad, pero se lo toma bien", dice Jesús Hoyos. "En un par de meses podrá empezar la recuperación específica. Con un poco de suerte volverá para preparar la próxima temporada junto al resto de sus compañeros".

 

Aunque a Óscar Pereiro eso no le importa ahora: "Cada vez que ayer por la tarde pensaba en lo que había ocurrido, se me saltaban las lágrimas por estar vivo".

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