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Manuel Hernández Villeta

Los Estados Unidos tienen el territorio ardiente en Irak

En esta foto de archivo del 22 de septiembre de 2006, se observa al presidente George W. Bush caminando con su homólogo de Pakistán Pervez Musharraf, en la Casa Blanca. Musharraf, un aliado de Bush, debió renunciar ante amenazas de ser sometido a juicio político Gerald Herbert / Foto de AP  El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas efectúa una sesión de emergencia en torno al conflicto entre Rusia y Georgia después de que Francia solicitó el análisis de un nuevo plan tentativo para acabar con las hostilidades, en la sede de la ONU, el martes 19 de agosto del 2008. David Karp / AP foto La secretaria estadounidense de Estado Condoleezza Rice y el presidente polaco Lech Kaczynski hablan a periodistas en Varsovia el miércoles 20 de agosto del 2008 momentos antes de que ambos países firmaran un acuerdo para instalar una base de defensa de misiles en Polonia. Alik Keplicz / Foto AP

"Estamos muy, muy cerca de un acuerdo". Con estas palabras ha definido la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, el estado de las negociaciones con Irak sobre el futuro de la presencia militar estadounidense en el país. Washington y Bagdad llevan meses negociando sobre las condiciones en que quedarán las tropas estadounidenses en Irak una vez que sea posible la retirada de parte del contingente cuando los iraquíes puedan hacerse cargo de su propia seguridad.

Rice ha hecho estas declaraciones antes de bajar del avión que la ha llevado a Bagdad, donde tiene previsto entrevistarse con las autoridades iraquíes, entre ellos el primer ministro, Nuri Al Maliki. "Estamos muy, muy cerca sobre un acuerdo sobre la SOFA, [siglas de Status of Force Agrrement o Acuerdo sobre el Estatus de las Fuerzas], aunque aún no está cerrado", ha dicho la jefa de la diplomacia estadounidense antes de reunirse con los responsables iraquíes. "No hay duda de que los negociadores han avanzado mucho hacia la finalización de un acuerdo", pero "faltan cuestiones sobre el futuro modo operativo de nuestras fuerzas", ha dicho.

Los 150.000 soldados que EE UU tiene en Irak están amparados por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que autoriza el despliegue de soldados extranjeros en el país tras la invasión estadounidense de 2003 y que expira este año. Las negociaciones entre Washington y Bagdad, comenzadas en marzo, persiguen definir un acuerdo más ambicioso que sustituya una esa resolución y que permita una presencia militar estadounidense en el país de forma indefinida -con bases permanentes- al estilo de la que se aseguró en Europa tras la II Guerra Mundial.

 

Las negociaciones sobre el futuro de la presencia estadounidense en Irak debían haber concluido el pasado 31 de julio. El retraso se ha debido, fundamentalmente, a la insistencia iraquí de que se incluya un calendario de retirada de los soldados estadounidenses. Las conversaciones persiguen definir en qué condiciones legales podrán permanecer las tropas americanas cuando acabe el mandato de la ONU que autoriza su despliegue. Por ello, Irak insiste en que esa definición incluya una fecha límite. Los americanos, en cambio, prefieren ir definiendo su retirada en virtud de cómo vayan evolucionando los acontecimientos, sobre todo lo relacionado con la seguridad. Otros puntos calientes son la inmunidad que quiere EE UU para su personal en Irak y el futuro de los prisioneros en manos de EE UU, unos 21.000.

 

Estas conversaciones han sido posibles gracias al descenso de los niveles de violencia en Irak en los últimos meses. En parte, el refuerzo de las tropas estadounidenses el pasado mes de marzo, conocido como surge (oleada), que consiguió por fin atajar en gran medida la escalofriante cifra de muertos en atentados y enfrentamientos que se producía cada día.

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Los presidentes de EE UU, George Bush, y de Irak, Jalal Talabani, celebraron ayer en Washington los progresos experimentados en la guerra en los últimos meses, pero se quedaron cortos en la meta de un acuerdo que garantice una presencia militar estadounidense de forma permanente en ese país de Oriente Próximo.

 

 GEORGE W. BUSH

 

"Hemos dado pasos importantes para conseguir muy pronto un acuerdo estratégico de seguridad con Estados Unidos", dijo Talabani al término de su reunión con Bush en la Casa Blanca. El presidente norteamericano confirmó que habían tratado ese asunto sin aportar más detalles.

 

EE UU mantiene 150.000 soldados en Irak al amparo de una resolución del Consejo de Seguridad -no respaldó la guerra, pero sí el despliegue de tropas- cuyo mandato expira este año. Desde hace varios meses, los dos Gobiernos negocian un acuerdo bilateral más ambicioso que sustituya a esa resolución y ponga a Irak bajo el paraguas de seguridad norteamericano por tiempo indefinido, en la forma en que Europa o Corea del Sur estuvieron después de la II Guerra Mundial.

 

Ese acuerdo se ha ido haciendo esquivo en las últimas semanas, tanto por la creciente autonomía que ha ido ganando el Gobierno iraquí como por algunas exigencias estadounidenses de orden político y económico a las que no ha sido fácil dar satisfacción. Hasta hace poco, Washington pedía, por ejemplo, inmunidad ante la ley iraquí para los empleados de compañías privadas de seguridad que operan en Irak.

 

Las conversaciones se interrumpieron a principios de mes después de que el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, declarara que el acuerdo había entrado en vía muerta. Bush y Maliki hablaron por teléfono la pasada semana para resucitar el diálogo. Ambas partes consideran vital un largo compromiso de carácter militar para favorecer la inversión en Irak, el desarrollo de la industria petrolera y el regreso de cientos de miles de desplazados.

 

Con todas las precauciones manifestadas por ambos, este encuentro Bush-Talabani sonó casi como el primero de posguerra. No era el mejor día porque ésta ha sido la semana con más bajas estadounidenses (nueve) en mucho tiempo, pero ambos líderes pintaron un panorama positivo. "Aumenta la estabilidad, nuestra economía crece, mejoramos las relaciones con todos nuestros vecinos -el rey Abdalá de Jordania declaró la pasada semana que por primera vez era optimista sobre Irak- y empezamos a ocupar un papel importante dentro del mundo árabe", dijo Talabani, quien se refirió a su interlocutor como "el libertador de Irak".

 

Bush destacó "el trabajo exitoso que ha hecho este año el Parlamento iraquí" a favor de la reconciliación nacional y se confesó "orgulloso del esfuerzo de todos los iraquíes" para "construir una democracia". El horizonte de, al menos, una democracia imperfecta en Irak es tanto el sueño de Bush para concluir decentemente su gestión como del candidato presidencial republicano, John McCain, para ganar los comicios. McCain comienza esta carrera con sólo una clara ventaja potencial sobre el demócrata Barack Obama: sus credenciales en materia de seguridad. Irak podría ser su mejor argumento en ese sentido.

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El primer ministro libanés, Fuad Siniora, viajó ayer a Bagdad donde pidió a sus vecinos árabes que arropen a Irak ante la reticencia de los líderes suníes, recelosos del poderío de los chiíes iraquíes y de la influencia iraní en el país. "La integración de Irak en el mundo árabe es el principal objetivo en el que todos debemos trabajar", dijo ayer Siniora en conferencia de prensa conjunta con su homólogo iraquí, el chií Nuri al Maliki.

 

 

Rice prevé un pronto acuerdo con Irak sobre la futura presencia militar estadounidense

La del primer ministro libanés es la tercera visita de un líder árabe a Bagdad desde la invasión estadounidense en 2003. El Gobierno iraquí se ofreció a suministrar a Beirut petróleo a buen precio y ambos países hablaron además de reavivar los lazos comerciales.

 

El rey Abdalá de Jordania hace apenas nueve días y el político libanés Saad Hariri el mes pasado han sido los únicos líderes políticos de países árabes que se han dignado a pisar suelo iraquí en los últimos cinco años. Ningún país árabe ha mantenido un embajador de forma permanente en Irak desde que, en 2005, el representante de Egipto fue secuestrado y asesinado. Varios países árabes han nombrado embajador este año, pero todavía ninguno trabaja en Bagdad.

 

Irán, sin embargo, mantiene potentes lazos con Irak, embajada incluida. El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, realizó el pasado mes de marzo una histórica visita a Bagdad.

 

Hace tiempo que Estados Unidos presiona a los países árabes -sobre todo a Arabia Saudí- para que apoyen al Gobierno iraquí. Washington teme que tras la retirada de sus tropas la influencia de su archienemigo iraní gane terreno.

 

En este contexto viajó ayer Siniora, primer ministro de un Gobierno libanés en el que el partido-milicia chií Hezbolá acumula un importante poder. Siniora, que representa a la comunidad suní de su país y cuenta con el apoyo de Riad, estuvo acompañado durante su visita a Irak por el ministro de Finanzas y de Exteriores libanés.

 

"Por parte del primer ministro Al Maliki existe una voluntad de dar a Líbano un trato especial

 

[en el precio del crudo] y de estudiar los detalles de cómo Líbano puede colaborar con Irak en el campo del petróleo", dijo ayer Siniora tras reunirse con Al Maliki.

 

 

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