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Manuel Hernández Villeta

El camino a los premios Oscar...Fotos delas principales películas

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Una huelga revela los fondos sucios de muchos asuntos. La de guionistas duró tres meses y ha generado pérdidas millonarias. Iluminó de un golpe brutal la situación de los escritores en Hollywood. Germinaban historias para que la industria, al venderlas en Internet, olvidara pagarlos. El egoísmo sublimado de los estudios resultaba demasiado evidente. Por eso hubo huelga.

  Por eso, cuando el Sindicado de Guionistas (WGA) anunció el acuerdo, finalizó un combate épico. «Si bien el acuerdo no es perfecto ni tampoco es  lo que nos merecemos tras incontables horas de trabajo duro y sacrificio, nuestra huelga ha sido un éxito», comentaron en un primer momento los dirigentes del sindicato en su página web. Faltaba la ratificación de los 10.000 afiliados, pero nadie dudó que aceptarían. 

El pacto guionistas/productores amplía la distribución de los beneficios del mercado digital. Gran noticia para los escritores, tanto tiempo marginados. Del otro lado, lo mejor para la industria es que hay tiempo. Tiempo, sí, para volver sobre los guiones de aquellas series ('CSI', 'Mujeres desesperadas', 'Perdidos', '24', 'Anatomía de Grey') a los que la huelga dejó en el chasis, para lustrar los pilotos que conformarán las propuestas del año próximo, pisar el acelerador de los incontables proyectos cinematográficos varados, recuperar la audiencia, que había caído en barrena (entre un 25% y un 50% del 'share' en el caso de las cuatro grandes: angustioso) y devolverle el golpe a los portales de Internet tipo Youtube. Aunque el mecano sea complejo y el gigante acuse la inactividad, los resortes funcionarán a tope en breve.  

Ninguno de los concursos que las cadenas colocaron en lugar de sus series funcionó. Al final ha resultado que el público comprendía la diferencia entre la «telemierda» (Francisco Umbral) y la jugosidad de unos libretos escritos por profesionales. En el recuerdo, la huelga de los 80, cuando muchos programas no lograron recuperarse y comenzó a triunfar, gracias al trasvase de espectadores, la televisión de pago.  

            Ah, y habrá Oscar.             Faltan menos de dos semanas.             Y hay que levantarlo todo.  

Con el acuerdo, al menos, Hollywood garantiza que no serán un camposanto. Era la pesadilla última, la polución ensangrentada que abrasaba el sueño de los estudios, con los grandes hoteles vacíos, los televidentes fuera de juego, la publicidad perdida y el Teatro Kodak chapado. «Mi esperanza es que haya acuerdo, que quienes están sin trabajo puedan ponerse manos a la obra de nuevo y que se recupere la economía», rezaba, días antes del pacto, durante el tradicional almuerzo de los nominados a los premios de la Academia, Tony Gilroy, director de 'Michael Clayton'. 

Sus plegarias fueron atendidas. En lugar de la ceremonia fiambre, cadavérica, de los pasados Globos de Oro, cuando los premiados fueron gritados durante una rueda de prensa sin chicha ni hueso, George Clooney, los hermanos Coen, Tim Burton, Cate Blanchett, Johnny Depp y Javier Bardem subirán hacia el infierno de los fotógrafos escoltados por cámaras radiantes. Quedan, como recordatorio, los mil millones de dólares que, según 'Los Angeles Times' y 'Variety', supuso la huelga, tan agria que incluso la resistencia blindada de los ejecutivos cedió ante la evidencia del precipicio.

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